Mayo es un mes habitual para las Primeras Comuniones. En su segundo día de viaje a Bulgaria, el papa Francisco presidió este lunes, 6 de mayo, una misa en la iglesia del Sagrado Corazón de Rakovsky, en el centro de este país de Europa Oriental, en la que 245 niños llegados de toda la nación recibieron por primera vez el sacramento de la Eucaristía. Con su participación, destacó el Pontífice en su homilía, permitieron a todos los presentes “estar nuevamente de fiesta y celebrar que Jesús está presente en el Pan de Vida”.
“Hay milagros que solo pueden ocurrir si tenemos un corazón como el vuestro, capaz de compartir, soñar, agradecer, confiar y honrar a los demás. Hacer la Primera Comunión significa querer estar cada día más unidos a Jesús, crecer en amistad con Él y que otros también puedan disfrutar de la alegría que nos quiere regalar”, comentó Jorge Mario Bergoglio, subrayando cómo “la Primera Comunión es ante todo una fiesta en la que celebramos que Jesús quiso quedarse siempre a nuestro lado y que nunca se separará de nosotros”.
En su alocución, el Papa animó a los niños presentes a que recen siempre “con el entusiasmo y la alegría que tenéis hoy” y les dijo que el sacramento que recibían en este día era su “primera comunión y no la última”. Por eso les deseó que esta ceremonia sea “el inicio de muchas comuniones, para que vuestro corazón esté siempre como hoy, en clima de fiesta, lleno de alegría y, sobre todo, de gratitud”.
Al final de la ceremonia dedicó a Francisco unas palabras Gheorghi Ivanov Jovčev, obispo de Sofía y Plovdiv. Le dijo que para la pequeña comunidad católica local, formada por unas 44.000 personas en un país de 7 millones de habitantes, su visita significaba “un día importante, sobre todo para nuestros niños”, sus familias y sus catequistas. Ivanov Jovčev anunció además que hoy se celebra en Bulgaria a San Jorge, por lo que felicitó por su onomástico al Papa, que saludó con afecto a las alrededor de 10.000 personas congregadas fuera de la iglesia donde tuvo lugar la ceremonia.