El papa Francisco ya está en Macedonia del Norte, segunda etapa de su viaje por Europa oriental tras pasar dos días en Bulgaria. Después de ser recibido en el aeropuerto de Skopje por el presidente, Gjorge Ivanov, y por el primer ministro, Zoran Zaev, el Pontífice dedicó un discurso a las autoridades del país en el que respaldó las aspiraciones de esta república de la antigua Yugoslavia por entrar en la Unión Europea (UE).
Se mostró a favor de una “más estrecha integración” con los países europeos, auspiciando que ésta tenga efectos “positivos” para la región de los Balcanes occidentales de manera que se respete “la diversidad y los derechos fundamentales”. Ivanov agradeció a Francisco “el apoyo continuo” para conseguir entrar en la UE y aprovechó para criticar las condiciones impuestas por Bruselas, responsables de provocar una “crisis política y moral” en el país y hasta de tener que cambiar el nombre de su denominación oficial a Macedonia del Norte para conseguir el visto bueno de Grecia, que cuenta con una región con el mismo nombre.
Tras recordar que la suya era la primera visita de un obispo de Roma a Macedonia del Norte, que estableció hace un cuarto de siglo relaciones diplomáticas con la Santa Sede al conseguir la independencia, el Papa celebró el “más valioso patrimonio” de esta tierra: “la composición multiétnica y multirreligiosa de vuestro pueblo, fruto de una historia rica e compleja de relaciones entretejidas en el curso de los siglos”. En su discurso aplaudió “la pacífica y duradera convivencia, en la que las distintas identidades han sabido y podido expresarse y desarrollarse sin negar, oprimir o discriminar a las otras”.
Los católicos son en Macedonia del Norte una pequeña comunidad de menos del 1% de los 2,1 millones de habitantes del país, aunque cuenta con la fuerza de un símbolo internacional como la santa Teresa de Calcuta, nacida en 1910 a las afueras de Skopje y a la que Francisco recordó en su alocución ante las autoridades del país. Les dijo que tenían que estar “orgullosos” de la fundadora de las Misioneras de la Caridad, que suscitó “admiración en todo el mundo” al proponer “un modo específico y radical” de ponerse al servicio “de los abandonados, de los descartados y de los más pobres”.