Con signos de una nueva desaceleración económica en el horizonte, todavía tambaleantes por el demoledor impacto de la Gran Recesión de 2007, Cáritas Española alza la voz para señalar que la mitad de las familias españolas (52%) en la que hay un empleo “no disfrutan de una situación de integración plena”, situación a la que abocan “la intermitencia y precariedad” del trabajo, y que “nos está conduciendo a un escenario en el que trabajar ya no es sinónimo de integración”.
“Históricamente, el empleo se ha considerado un excelente factor de protección frente a situaciones de pobreza y exclusión. Desde hace un tiempo, esa frontera es más difusa y líquida y hay un numeroso grupo de personas que, a pesar de estar activas, deambula por el espacio de la exclusión social, probablemente como consecuencia de un empleo que combina bajos salarios, parcialidad indeseada y una temporalidad que provoca una salida recurrente del empleo”, señala la organización eclesial en el dosier ‘La vulneración del derecho al trabajo decente: empleo y exclusión social’, presentado esta mañana en Madrid, elaborado por el Comité Técnico de la Fundación Foessa.
De hecho, hay casi 2.400.000 personas con empleo (12,3% de la población que está trabajando) que se encuentran “en situación de exclusión”, en tanto que el 2,1% de este mismo colectivo se encontraría en una situación de “pobreza severa”, según los datos de Cáritas, basados en su encuesta EINSFOESSA, de 2018.
Parados en situación de pobreza severa
Según la misma, las mayores tasas de pobreza y exclusión social se siguen concentrando entre las personas desempleadas, donde casi la mitad (46%) de los 3.490.000 parados actuales “se encuentran en el espacio de la exclusión”, mientras un 17,2% de los parados viven una situación de “pobreza severa”.
Y es que, según Cáritas, aunque “los últimos 5 años han acumulado una drástica reducción del desempleo en todo el territorio, que ha provocado un incremento notable de población que se encuentra trabajando, las tasas de desempleo actuales [15,3%] son todavía muy elevadas y casi duplican las tasas de paro que se registraban en el período previo a la crisis (7,9% en el segundo trimestre de 2007”.
La encuesta, efectuada sobre 29.953 personas y 11.655 hogares, constata también que las mayores dificultades en hogares con empleo la viven aquellos donde hay menores y donde el sustentador principal es una mujer, perfiles ambos que los hacen “especialmente vulnerables” a la exclusión.
Derechos básicos sin garantizar
“Valoramos muy positivamente la tendencia en la reducción de la tasa de paro de los últimos años. Siempre es una magnífica noticia la reducción del desempleo, aunque queremos señalar la constatación de que existe un desempleo estructural elevado; que para algunos hogares, el empleo sigue siendo todavía una meta difícil de alcanzar; que el desempleo se ha convertido para muchas personas en una trampa de la que es difícil escapar; y que el mercado laboral no asegura unas condiciones de vida digna, porque un empleo no garantiza hoy una seguridad”, dijo a modo de resumen del informe Francisco Lorenzo, director del área de Atención Social de Cáritas Española.
“No están garantizados los derechos básicos y si no están garantizados estos tenemos que preguntarnos qué derechos estamos transmitiendo como sociedad”, abundó Lorenzo, quien abogó por “otro sistema financiero mucho más ético” y que, en alusión a la criticada reforma laboral, apuntó que “no podemos generar leyes que no protejan a los más vulnerables”.
Por su parte, Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas, mostró el deseo de esa organización de “seguir colaborando con los políticos, gobernantes y empresas para continuar trabajando por unos derechos que repercuten en el bien común, en un trabajo digno, decente y estable que potencie las capacidades de la personas al servicio de la población, donde el beneficio empresarial no sea un fin, sino un medio para conseguir una economía más inclusiva, más responsable y ecológicamente sostenible”.
Programas de empleo
De las 72.169 personas que durante 2017 participaron en los programas de empleo de Cáritas, 13.545 han accedido a un puesto de trabajo, según los datos del Informe de Economía Solidaria 2018, presentado junto al dosier de vulnerabilidad en el empleo. El perfil predominante de las personas que han participado en esos programas es el de mujer (65%), de procedencia española (53%), de más de 45 años de edad (37%).
Igualmente, en su apuesta por la economía solidaria a través de programas de empleo inclusivo, iniciativas de economía social o propuestas de comercio justo, Cáritas ha generado 1.538 puestos de trabajo. De ellos, 242 han accedido luego a un empleo en el mercado laboral ordinario.