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5 datos claves para conocer a fondo a san Juan de Ávila

  • Vida Nueva repasa 5 datos clave del patrón del clero secular español
  • El apóstol de Andalucía’ fue uno de los ascetas más destacados del Siglo de Oro





Ya se ha consolidado la celebración de san Juan de Ávila en las diócesis como un momento de convivencia sacerdotal y de homenaje a algunos de los párrocos más veteranos. La fiesta del patrón del clero secular español, declaración que es de 1946, ha revalorizado a este asceta del siglo de Oro del que Vida Nueva repasa 5 datos clave.

1. Manchego de origen

Parece ser que sus padres eran de ascendencia judía en un momento en el que este dato no era una buena carta de presentación. Nació en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) el día de Reyes de 1500. Su padre poseía unas minas de plata en Sierra Morena.

La posición económica de la familia le permitió estudiar leyes en Salamanca, algo que tuvo que dejar debido a que la universidad puso como requisito obligatorio la certificación de la limpieza de sangre. Eso supuso la vuelta a Almodóvar donde llevó una vida de penitencia –la cueva de su casa natal queda como testigo de este periodo–. Posteriormente en Alcalá sería alumno de Artes y teología.

2. Apóstol de Andalucía

Tras ordenarse de sacerdote, Juan de Ávila Gijón se ofreció para ir como misionero a México. Para ello fue al puerto de Sevilla con el objetivo de embarcarse a la Nueva España. Es ahí, en un encuentro con el arzobispo Alonso Manrique donde cambia su campo de misión, será el “apóstol de Andalucía”.

Se entregó por entero a la tarea de la evangelización. Recorrió cada pueblo de la Sierra de Córdoba, incluso llegaría a otras poblaciones de La Mancha y de Extremadura. Fundó seminarios, colegios y puso en marcha la Universidad de Baeza. Alentó la creación de los Jesuitas. Los últimos años, marcados por la enfermedad, los pasó en Montilla (Córdoba), en cuya Basílica de la Encarnación se venera su sepulcro.

3. Asceta en tiempo de místicos

Su obra ascética sirvió de aliento espiritual en una época nada despreciable en lo que ha figuras religiosas del estilo se refiere. A lo largo de su vida, Juan de Ávila mantiene contacto con figuras como san Ignacio de Loyola, fray Luis de Granada, san Juan de Dios, santa Teresa de Ávila, santo Tomás de Villanueva o san Pedro de Alcántara. Todo el Renacimiento, que en España tuvo un fuerte componente místico, encuentra el impulso de estos gigantes de la reforma eclesial.

Aunque pueda parecer ensombrecidos por otras grandes figuras de su tiempo, la influencia de san Juan de Ávila se muestra en diferentes autores y eclesiásticos de los siglos siguientes: Luis de la Puente, Carlos Borromeo, san Alonso Rodríguez, el cardenal Pierre de Bérulle, san Francisco de Sales, san Alfonso María de Ligorio o san Antonio María Claret.

4. Pasando por la Inquisición

Como muchos de los autores contemporáneos a él, la Inquisición interrogó al santo. Fue denunciado en Sevilla en 1531 y cumplió condena siendo encarcelado en el castillo trianero de san Jorge. Y eso que frente a los 5 testigos que la acusaron, 55 salieron en su defensa.

Como no hay bien que por mal no venga, una de sus obras más difundidas, el ‘Audi Filia’ fue redactado, en su versión inicial, en ese tiempo de reclusión. La acusación venía por ser demasiado cercano a los pensamientos de Erasmo, algo que se había puesto de manifiesto en sus primeras predicaciones en Andalucía.

5. Doctor de la Iglesia

La canonización se retrasó ya que su proceso estuvo parado unos siglos, aunque ya en la primera hora fray Luis de Granada redactó la primera biografía. La Congregación de san Pedro Apostól de Madrid, debido a la espiritualidad sacerdotal promocionada por Juan de Ávila lanzó la propuesta de la beatificación en 1623, pero esta no se produciría hasta 1894. Pablo VI lo canonizó en 1970.

Posteriormente, la Conferencia Episcopal promovió la candidatura a doctor de la Iglesia, algo que anunció Benedicto XVI en la JMJ de Madrid al final de una misa con seminaristas en la Almudena el 20 de agosto de 2011. Su declaración oficial se produjo en octubre de 2012, al inicio del Sínodo sobre la nueva evangelización. La mística Hildegarda de Bingen le acompañó en la proclamación.

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