El Papa podría incluir una etapa en Sudán del Sur en la gira africana que tiene previsto realizar a principios del próximo mes de septiembre con visitas ya programadas a Mozambique, Madagascar y Mauricio. Fue el propio Francisco el que lo anunció este viernes, 10 de mayo, en un encuentro en el Aula Pablo VI del Vaticano con las más de 850 líderes religiosas femeninas que participaron esta semana en la asamblea plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), la institución que aglutina a institutos de consagradas a los que pertenecen más de 450.000 monjas.
Dejando a un lado el discurso que tenía preparado, el Pontífice estableció durante poco más de una hora una conversación con las religiosas, que le plantearon varias preguntas. La última de las superioras provenía de Sudán del Sur y le invitó a visitar este país. “Estuve a punto de ir el año pasado junto al arzobispo de Canterbury, pero no pudo ser. Nos hemos prometido que iremos juntos tal vez este año. No es una promesa, pero cuando vaya a Mozambique, Madagascar y Mauricio tal vez haya tiempo de pasar por allí”, dijo el Papa, explicando que no se estaba refiriendo al “tiempo del reloj”, sino a que los tiempos “estén maduros” para poder ir.
“Yo querría ir y hay un plan para que vaya”, subrayó Jorge Mario Bergoglio, que a principios del mes pasado acogió en el Vaticano a los líderes políticos y eclesiásticos del país africano en un encuentro de oración para intentar conseguir la paz. Desde que logró la independencia en 2011, esta paupérrima nación se haya sumida en una guerra civil con diversos grupos y clanes enfrentados para tratar de alcanzar el poder.
Francisco recordó cómo los ‘señores de la guerra’ de Sudán del Sur “comían callados como novicios” en la Domus Santa Marta durante el retiro vaticano, rogándole a Dios que “tengan una oportunidad para salir adelante”. Aquel encuentro propició una de las imágenes más impactantes del pontificado cuando el Papa le besó los pies a los líderes presentes.
Respondiendo a la intervención de otra de las religiosas, el obispo de Roma comentó que se “tomaba en serio la invitación de participar en una parte” de la próxima asamblea plenaria de la UISG, que tendrá lugar en 2022. Abrió la puerta a poder acompañar a las superioras generales dentro de tres años “si está vivo”, asegurando a continuación con una sonrisa que “de lo contrario”, se lo tendrán que recordar “a su sucesor”.
La audiencia entre el Papa y las superioras generales se desarrolló en un clima de confianza desde el primer momento, cuando Bergoglio pidió que quitaran la silla con alto respaldo que le habían puesto y le dieran otra de la misma dimensión que la que utilizó Carmen Sammut, presidenta de la UISG, quien bromeó diciendo que nunca podía haberse imaginado que iba a estar sentada “a la derecha del padre”. Con este gesto, Francisco dejó claro que no quería que las jerarquías obstaculizaran las conversación, algo que confirmó al dejar de lado el discurso que tenía preparado.
Sammut sacó a colación en su intervención inicial la cuestión del diaconado femenino. En la anterior asamblea plenaria, la UISG consiguió que Francisco se comprometiera a crear una comisión para estudiar la raíz histórica y teológica de este ministerio. El grupo de expertos concluyó sus trabajos antes del pasado verano, según adelantó Vida Nueva en diciembre. Como ya comentó el pasado martes durante el vuelo de vuelta a Roma tras viajar a Bulgaria y Macedonia del Norte, los peritos no han llegado a un acuerdo en todos los puntos por lo que “se debe seguir estudiando” la cuestión.
“No puedo hacer un decreto sacramental sin un fundamento teológico e histórico. Se ha trabajado bien, pero el resultado no es mucho”, dijo el obispo de Roma. Anunció que le entregaba a Sammut las conclusiones oficiales de la comisión, mientras que se quedaba él las opiniones personales que algunos miembros de este grupo le habían hecho llegar por separado. “Sobre el diaconado hay que ver qué había al inicio de la Revelación, si el Señor quería o no el sacramento ministerial para las mujeres. Hay que ir a la historia”.
Otra de las cuestiones significativas que se abordaron en la audiencia fue la de los abusos sexuales cometidos por eclesiásticos, ya sean contra menores de edad o contra religiosas. “Es un problema que no se resuelve de un día para otro”, dijo el Papa al hablar sobre la pederastia, reconociendo que “hace 20 años no teníamos conciencia, ahora la estamos tomando con mucha vergüenza, pero bendita vergüenza, porque es una gracia de Dios”. Precisamente el día anterior tuvo lugar la publicación del nuevo ‘motu proprio’ ‘Vos estis lux mundi’ (Vosotros sois la luz del mundo), que obliga a los sacerdotes, religiosos y monjas a denunciar todos los episodios de abusos de los que tengan conocimiento, entre otras medidas.
Tras comentar que algunas organizaciones de supervivientes de sacerdotes pederastas se sintieron decepcionadas por la conferencia del pasado febrero sobre protección de menores celebrada en el Vaticano, insistió en que este problema “se resuelve con procesos” y no “ahorcando a 100 curas en la plaza de San Pedro”.
Al afrontar las agresiones sexuales a monjas por parte de eclesiásticos, Francisco reconoció que se trata de un problema “grave y serio” que relacionó con el “abuso de conciencia”. Pidió también combatir la situación de las religiosas que se encuentran empleadas en régimen de servidumbre por algunos sacerdotes y obispos. “Servicio sí, servidumbre no”, repitió varias veces, invitando a que “nos ayudemos mutuamente” y las superioras generales se nieguen a que las monjas de sus congregaciones hagan estos trabajos.
También tuvo palabras el Papa sobre el ecumenismo, que presentó en tres campos: de la sangre, de los pobres y de la oración. Animó a caminar juntos con los miembros de otras comunidades cristianas y puso como ejemplo el trabajo compartido para hacer frente a problemas sociales como la trata de mujeres. Precisamente antes de la audiencia, visitó la exposición organizada por la UISG con motivo del décimo aniversario de Talitha Kum, el proyecto internacional impulsado por las religiosas para afrontar este problema.