Hace cuatro siglos, en lo que hoy es la ciudad de Tepic, Nayarit, ocurrió un hecho que hasta la fecha se recuerda, y que congregó este jueves a varios obispos del país para conmemorarlo: la aparición de la Santa Cruz de Zacate.
El hecho prodigioso lo narra el sacerdote cronista Domingo Lázaro de Arregui en sus escritos Descripción de la Nueva Galicia, descripción que debía enviar a la real audiencia de España. En ella describe que mientras un mozo arreaba unas bestias por el campo encontró una gran cruz de zacate (hierbas silvestres del lugar que sirven de pasto) cuya forma, muy bien proporcionada, dejaba ver que era un símbolo divino.
Pronto los pobladores comenzaron a venerar la cruz, y con los años el sitio se convirtió en un lugar de peregrinaje, primero con una modesta ermita, y más tarde con uno de los santuarios más importantes de la región.
Huellas de Dios
Actualmente en este lugar se encuentra la Parroquia de la Santa Cruz de Zacate, donde se congregaron varios obispos de la región encabezados por el Arzobispo de México, el cardenal Carlos Aguiar Retes, oriundo de Nayarit.
Durante la celebración eucarística, el cardenal Aguiar aseguró que, tal como ocurrió con la aparición de la cruz cuatro siglos atrás, Dios “va dejando sus huellas a través de signos, que permiten descubrir su presencia amorosa pero discreta y escondida, porque respeta la libertad del hombre, y desea encontrarse con su creatura predilecta, no por la evidencia de su ser, sino a través de la relación propositiva y solidaria entre las personas”.
Explicó que la Santa Cruz de Zacate es un signo que apareció y maravilló a sus testigos, y ha sido por cuatro centurias un signo que ha motivado la fe de muchas generaciones; que recuerda la Cruz de Cristo y a quienes, como el ministro etíope, “abren su corazón para interpretar el hecho y dejarse cuestionar por la presencia misteriosa y escondida de Dios”.
“Por eso, hoy, por estos 400 años de la aparición de la Santa Cruz de Zacate en este lugar, celebramos la Eucaristía, en gratitud a Dios Padre, no solamente por el hecho de la aparición de la Santa Cruz, sino también por todos los frutos de vida cristiana que ha generado su presencia a lo largo de estos siglos y pidiendo los siga realizando a lo largo del tiempo”.