Según Naciones Unidas, 783 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza, es decir, con menos de 1,90 dólares al día. En la misma línea, la OIT señala que casi un tercio de los trabajadores del mundo no pueden, aun percibiendo un salario, cubrir sus necesidades básicas. Esta realidad de desigualdad, fomentada por un sistema que, en palabras de Francisco, ha establecido una “cultura del descarte” del más pobre, encuentra en el comercio justo una respuesta ética.
“Si hay un comercio justo es porque hay un comercio injusto”, dice a Vida Nueva Ana Sancho, técnico de proyectos de comercio justo en el equipo de economía solidaria de Cáritas. Y es que hoy, 11 de mayo, se celebra el Día Mundial del Comercio Justo, en el que la ONG de la Iglesia participa activamente.
Y es que la Red Interdiocesana de Comercio Justo está compuesta por 29 Cáritas diocesanas, lo que supone “una red bastante grande, con mucha presencia en el territorio nacional”. “Además, formamos parte de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo como miembros de pleno derecho y en la que participamos en asambleas y grupos de trabajo”, explica Sancho. Durante los días previos y posteriores a la celebración de hoy se llevarán a cabo distintas actividades, que van desde la venta y exposición de productos hasta la entrega de materiales y sensibilización, además de actividades infantiles.
“Últimamente se está haciendo mucho una cosa que se llama ‘tapa solidaria’, en la que los hosteleros se comprometen a elaborar una tapa o un brunch, por ejemplo, con productos de comercio justo, como quinoa, arroz o pasta”, apunta. Asimismo, se hacen degustaciones de estos productos que, como indica Sancho, “además de ser de calidad tienen un valor añadido, que es, entre otras cosas, el precio justo que se paga a los productores y lo que esto significa en las comunidades a las que pertenecen”. Para ella se hace indispensable que la sociedad se acostumbre a “mirar las etiquetas, saber de dónde viene lo que se compra, quién lo produce y en qué condiciones”.
Lo más importante: sensibilizar
Por todo ello, el objetivo desde Cáritas no es otro que el de crear conciencia de que los consumidores tienen la responsabilidad ética de saber de dónde vienen las cosas. Por eso, así que más que decirle a la gente que compre algo, se trata de decir “que sepas que esto lo producen estas personas, que da de comer a esta gente y que detrás de cada etiqueta hay trabajo digno”.
Como miembros de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, Cáritas se encuentra dentro de una campaña que pide a los partidos políticos que introduzcan el comercio justo como parte de una economía social y solidaria, de otro modelo de consumo.“Últimamente estamos haciendo mucha más incidencia y sensibilización que nunca, ya que lo que intentamos es que el comercio justo sea una cosa que se incorpore a la vida cotidiana de nuestras ciudades y nuestro día a día”.
Pero hasta el momento ha habido “muy poco apoyo por parte de las instituciones públicas”, por lo que se está pidiendo que el comercio justo sea parte de las ciudades, “como es el caso de Madrid”. De esta manera, se está promocionando lo que es la compra responsable, el introducir productos de comercio justo en los caterings de los desayunos y las reuniones de las instituciones. En definitiva, que las administraciones se acostumbren también, como en otros países de Europa, a la presencia del comercio justo.
A la luz de la Doctrina Social de la Iglesia
“La postura de Cáritas con el comercio justo viene directamente de la Doctrina Social de la Iglesia, por lo que nuestra visión, misión y plan estratégico bebe de muchísimas citas no solo de ‘Laudato si’’, que también, sino también de otras encíclicas como ‘Populorum progressio’, en las que ya se venían denunciando las reglas injustas del comercio y la economía, como que los campesinos son los que producen y los que consumimos no sabemos nada de ellos”, explica Sancho.
De esta manera, Cáritas ha entrado en el comercio justo “de la manera más natural del mundo”, de la misma forma que trabaja contra la pobreza o la injusticia, pues en este ámbito contra lo que se lucha es contra la injusticia en el comercio.
“‘Laudato si’’ enseña que solo tenemos este planeta y hace tiempo que está dando signos de fatiga”, subraya Sancho, ante lo cual el comercio justo supone una respuesta porque está contribuyendo “desde hace mucho tiempo al cuidado de la creación, porque todas las prácticas que se llevan a cabo son respetuosas con el medio ambiente, incluyen medidas contra el cambio climático, lleva desarrollo económico a las comunidades”. Y es que, como dice Sancho, a todo esto “nos sentimos llamados como sociedad, pero especialmente como comunidad cristiana”.