‘Donne Chiesa Mondo’ (DCM), el suplemento femenino de L’Osservatore Romano, tiene un nuevo comité de dirección formado por 14 profesoras universitarias, teólogas, escritoras y periodistas. Tras la salida, a finales del pasado mes de marzo, de su anterior responsable, Lucetta Scaraffia, esta revista mensual –cuyos contenidos traduce y distribuye en español ‘Vida Nueva’– estará a partir de ahora coordinada por Rita Pinci, veterana periodista italiana que ha ocupado cargos directivos en Il Messaggero y La Stampa y que trabaja ahora en ‘TV2000’, el canal del Episcopado italiano.
PREGUNTA.- Usted se presentó diciendo que no es una teóloga ni una vaticanista, sino una periodista y una creyente…
RESPUESTA.- Pensaba que todos se esperaban que fuera una experta, pero esta nueva fase de DCM parte con un vuelco de la estructura organizativa. No hay un director, sino un comité de dirección con una coordinadora. A mí me han elegido por mi experiencia en el periodismo. Las otras compañeras son todas teólogas, docentes universitarias, expertas, abogadas de la Rota… Yo he sido cronista toda mi vida y me parecía justo poner las cartas sobre la mesa.
Reivindico una gran capacidad para trabajar y organizar, en el periodismo italiano me consideran un mastín. Cuando estaba en Il Messaggero, era subdirectora y coordinaba un equipo de 250 periodistas. Puedo decir con un poco de vanidad que soy buena organizando. Luego veré adónde no llego, me adaptaré y pediré ayuda.
P.- ¿Los cambios serán solo en el modo de organizar o también en los temas?
R.- Creo mucho en la dirección horizontal, no en una jerarquía vertical. Decidiremos juntas cómo haremos la revista. No sería justo que yo dijera ahora cuál es mi idea, creo en la posibilidad de pensar colectivamente una publicación. Lo que propondré es que cada una haga lo que sepa hacer mejor y ponga a disposición de los demás sus capacidades.
P.- ¿Cómo valora el recorrido hecho hasta ahora por la revista?
R.- Soy lectora de DCM y considero que se trata de una experiencia importante, fundamental y necesaria para la Iglesia. La profesora Scaraffia ha hecho un trabajo extraordinario, llevando a la revista su cultura y sabiduría. La revista va bien, funciona y se lee en medio mundo gracias a las traducciones en español, inglés y francés. Naturalmente, nosotras aportaremos ahora nuestro estilo y capacidades, pero partiendo de todo lo que se ha hecho hasta el momento.
P.- ¿Es usted feminista?
R.- Sí, no me considero una exfeminista. Tengo 63 años y llegué a Roma en los años 70 para estudiar en la universidad. Con mis compañeras de piso nos acercamos al movimiento feminista, en particular al colectivo que pedía un salario para las amas de casa. Yo parto de la idea de que la primera libertad para una mujer es la libertad económica, para no tener que pedirle todo a un hombre. El trabajo de las amas de casa es fundamental para la sociedad. Al mantener una familia y criar y educar bien a los hijos, construye futuros ciudadanos. Sigo creyendo en aquellas ideas.
P.- ¿Está de acuerdo con la frase del Papa de que el feminismo termina convirtiéndose en un “machismo con faldas”?
R.- Igual que puede haber exageraciones en el campo masculino, las puede haber en el campo femenino. No tiene que darse un sometimiento de ninguna de las dos partes. Nadie debe renunciar a sus propias ideas, pero hay que confrontarse y, si hace falta encontrar una síntesis –ya sea en nuestras casas, en la sociedad o en política–, hay que hacerlo. Antes de ser hombres o mujeres, somos todos personas. (…)