“Somos consciente de lo que ocurre en Venezuela no solo por lo que se ve en los medios, sino porque lo que ven las congregaciones que están allí presentes”, dice a Vida Nueva Alberto Ruíz González, vicario provincial de los misioneros oblatos de María Inmaculada. Y es que esta congregación, ha organizado un concierto para ayudar a Venezuela junto a los orionistas y a través del movimiento Familias Nuevas. El acto se celebrará mañana, 16 de mayo, en el teatro Mira de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Bajo el nombre ‘Flores para Venezuela’, el concierto se llevará a cabo por el tenor Aquiles Machado, originario de este país, y el pianista J. Antonio Parejo.
“Una cosa que estamos intentando hacer es ayudar a través de medicinas, que es algo de lo que hay mucha escasez y la gente no tiene acceso a ellas por el precio”. Sin embargo, también se ponen bastantes trabas para que los envíos que se hacen lleguen al país. “Lo que estamos viendo es una situación muy compleja en muchos aspectos”, señala, ya que, además de la situación precaria que vive la ciudadanía y el clima de inestabilidad que hay en el país, “es muy difícil que las congregaciones se vean, que se junten, que puedan relacionarse” porque viajar es “muy complicado y las comunicaciones están muy mal”.
De esta manera, llevar a cabo la misión también se ha vuelto muy difícil porque, al no haber combustible, por ejemplo, no se puede visitar a toda la gente como antes se hacía, sobre todo a las familias que viven en las zonas rurales. “El desánimo general en el entorno de los misioneros hace que la gente también sufra ese desánimo, pero yo cuando hablo con ellos siento que la esperanza sigue ahí, y por eso intentan dar ánimos a la gente, darles fe y ayudar a la sociedad en lo que se puede”, afirma Ruíz.
“Todos somos conscientes de la dificultad que hay en Venezuela, pero sí que hemos notado que aun falta una respuesta decidida a iniciativas como esta”, subraya, ya que “siempre hay cosas que se pueden hacer, aunque sean pequeños gestos a través de los canales que proponen las congregaciones y familias religiosas. Nunca es suficiente”.
Los misioneros oblatos trabajan en Venezuela de forma directa con Cáritas diocesana y parroquial en varios proyectos, como un comedor para menores y la distribución de medicamentos que reciben a través de donaciones del extranjero. En este caso, el trabajo conjunto y apoyo entre las distintas congregaciones religiosas que se encuentran en Venezuela se está volviendo algo realmente necesario para enfrentar una situación tan complicada como la que atraviesa el país latinoamericano.
“Cuando pasan cosas tan difíciles te das cuenta de lo que de verdad es importante, y en este caso no es que pertenezcamos a una familia religiosa u otra, sino que el evangelio es el evangelio, y llevarlo y vivirlo con quienes lo necesitan”, explica Ruíz.