Entrevistas

James Martin: “Si los sacerdotes gays no lo hacen público es por miedo al ambiente tóxico en el que vivimos”

  • Vida Nueva entrevista a la voz más autorizada en la pastoral LGTB en el Día Internacional contra la Homofobia
  • “La Iglesia trata a los católicos LGTB como creyentes de segunda cuando son tan católicos como el Papa”





El jesuita estadounidense es una voz controvertida. En medio de una Iglesia que en muchos lugares es homófoba, como el mismo James Martin reconoce, este sacerdote ha sacado la cara por las personas LGTB.

El autor de ‘Tender un puente’ (Mensajero) se ha convertido en la voz más autorizada para hablar sobre la pastoral con las personas homosexuales. Y así lo ha reconocido el propio Vaticano, que en agosto de 2018 le invitó a ser ponente del Encuentro Mundial de las Familias de Dublín para exponer cómo integrar a estas personas en las parroquias. En el Día Mundial contra la Homofobia, hablamos con él.

PREGUNTA.- Parece que la Iglesia es incapaz de lanzar un mensaje positivo en relación a las personas homosexuales. ¿Cuál es el problema?

RESPUESTA.- El problema principal es que muy pocos líderes de la iglesia conocen a las personas LGTB, y por eso les resulta difícil hablar con ellos. Si no conoces una comunidad, ¿cómo puedes decir algo a esa comunidad? Como resultado, el único tema en el que se ha enfocado la Iglesia para con las personas LGTB son los relacionados con la moral sexual. Y si bien ese es un tema importante, no puede ser el único tema. ¡Imagina hacer eso con cualquier otro grupo de personas!

La Iglesia rara vez habla de los muchos otros problemas que enfrentan las personas LGTB. Por ejemplo, ¿cuándo fue la última vez que los líderes de la Iglesia comentaron que las personas LGTB han sido golpeadas, encarceladas e incluso ejecutadas en algunos países? ¿O el aumento del suicidio entre los jóvenes LGTB en muchos lugares? ¿O incidentes relacionados con el bullying a estas personas?

Hay muchos temas sobre los que la Iglesia podría hablar, y muchos lugares donde podría defender a las personas LGTB y alentar al mundo a tratarlos con “respeto, compasión y sensibilidad”, como dice el Catecismo. Pero nada de esto sucederá si no conocemos a las personas LGTB y, lo que es más importante, si no les escuchamos.

P.- ¿Es la Iglesia homófoba?

R.- En algunos lugares lo es, pero en otros no. Lamentablemente, algunos obispos, sacerdotes y otros líderes católicos tratan a las personas LGBT con desprecio manifiesto o encubierto, llamándolos implacablemente “pecadores”, cuando en realidad todos somos pecadores. Pero la homofobia no se limita a los líderes católicos. Los laicos también pueden ser homófobos.

Hace unas semanas dirigí un retiro para católicos LGTB y sus familias. Entre las aproximadamente 80 personas se encontraba una familia que tenía tres hijos LGTB adolescentes. Le pregunté a uno de los niños, de 14 años, cómo trataban a su familia en su parroquia. Y lo hice teniendo en cuenta que ahora, al ser tan pequeños, ni tienen relaciones sexuales ni están casados. Por lo tanto, no están haciendo nada en contra de la enseñanza de la Iglesia. ¿La respuesta? “Ya no nos hablan”.

P.- Ahora que habla de los laicos, también es verdad que muchos católicos los aceptan, pero hablan de ellos con lástima. ¿Acaso son las personas LGTB feligreses de segunda?

R.- Sí, en muchas parroquias sí. Y eso que hay muchos católicos heterosexuales que no siguen todas las enseñanzas de la Iglesia (control de la natalidad, divorcio, fecundación in vitro) y muchos que no siguen las enseñanzas más fundamentales del Evangelio (perdonar, cuidar de los pobres, ser amables y misericordiosos), sin embargo, por lo general son bienvenidos en la parroquia.

¿Cuándo fue la última vez que a una persona heterosexual no se le dio la bienvenida en una parroquia por no ayudar a los pobres? Y esa es una enseñanza fundamental de Jesús. Pero la persona LGTB es la única a la que se le llama “pecadora”. Así que se les trata y se sienten como católicos de segunda clase, cuando de hecho, como católicos bautizados, son tan parte de la Iglesia como el Papa, su obispo o yo.

P.- Escucho a muchas personas decir que sus palabras causan confusión en los feligreses. ¿Alguna vez ha visto a alguien confundido?

R.- La mayoría de las personas que están confundidas por mis palabras son aquellas que no escuchan o no han leído mis libros. A menudo me condenan por cosas que nunca dije y posturas que nunca he tomado. Por ejemplo, no hay nada en mi libro ‘Tender un puente’ que vaya en contra de cualquier enseñanza católica. Ha sido aprobado por mis superiores jesuitas, avalado por cardenales, arzobispos y obispos, e incluso fui invitado por el Vaticano al Encuentro Mundial de las Familias.

El libro trata básicamente de tratar a las personas LGTB con “respeto, compasión y sensibilidad”, como afirma el Catecismo. Y, aún más básicamente, tratarlos con amor, como dice Jesús. Eso está en el corazón de los evangelios. Pero los evangelios también confunden a la gente.

P.- Por último, no puede dejar de preguntarle por los abusos sexuales a menores. Algunas voces eclesiales hacen un paralelismo entre la sexualidad y la pederastia…

R.- Eso es falso, y basado en un falso estereotipo. La homosexualidad no conduce a la pedofilia. ¿Cómo sabemos esto? No solo por la investigación de psiquiatras, psicólogos y sociólogos, sino también por los ejemplos de las muchas personas LGTB que no son abusadoras. Además, debemos recordar el ejemplo de los muchos sacerdotes homosexuales que viven sus promesas de celibato con integridad; y los muchos miembros homosexuales de órdenes religiosas, tanto hombres como mujeres, que viven sus votos de castidad con integridad.

Ciertamente, la gran mayoría de los casos de abuso fueron hombres que se aprovechan de niños. Pero eso no significa que la mayoría, o incluso muchos, de los sacerdotes homosexuales sean abusadores. La razón por la que no se ven ejemplos públicos de sacerdotes gays sanos, célibes y castos son dos: que sus obispos y superiores religiosos les piden que no hablen sobre su sexualidad y por temor a hacerlo público en el ambiente venenoso en el que vivimos. Por lo tanto, el único ejemplo público del sacerdote gay es el abusador. El estereotipo realmente tiene que terminar. La homosexualidad no conduce a la pedofilia.

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