Soria no está muerta. Este es el grito de su obispo. O más bien su lema, pues eso de gritar no casa mucho con la personalidad del titular de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea (Autol, La Rioja, 1964). El prelado se encuentra inmerso en la visita pastoral a Pinares, uno de los ocho arciprestazgos de la diócesis. Casualmente, esta visita coincide con las elecciones municipales del próximo 26 de mayo. Alguien que desconoce la realidad de la Iglesia pregunta: “¿Va a buscar los votos, como los políticos?”. El obispo, al que ya le dio su voto el papa Francisco hace más de dos años, echa una carcajada. “No, no, yo voy para invitar a no decaer, a no ponernos tristes, aunque sabemos que la realidad es muy cruda. Mi misión es infundir el dinamismo misionero del que nos habla el Santo Padre”, explica.
Estamos a 8 de mayo. Nos colamos en la agenda del obispo en su tercer día de visita pastoral. A las 12:00 horas toca encuentro del “jefe” –como señalan con gracia algunos parroquianos– con los curas en San Leonardo, uno de los pueblos del arciprestazgo. Don Abilio llega puntual en su coche. La visita comienza en la parroquia con la lectura del Evangelio del domingo, acompañada de un texto de José Antonio Pagola, preparado por Jesús Mendoza, párroco de varios pueblos del arciprestazgo. Tras la oración, la acción. Y los cinco curas, el vicario de Pastoral y el obispo comienzan su reunión en los salones parroquiales.
Antes, don Abilio se ha despertado y ha rezado. “Eso es lo primero de la jornada”, dice. Luego ha dicho misa en su casa. En los bancos, solo su secretario. “Cuando tengo salida, que es la mayoría de las veces, celebro allí donde me corresponda, pero si no, en casa”. Después de ir a su despacho para contestar el correo, pone rumbo a San Leonardo. El prelado vive en el Burgo de Osma, pero se desplaza con frecuencia a Soria, donde está toda la curia. Pasa en el coche 45 minutos de ida y otros 45 de vuelta. Y es que la autovía, de 45 kilómetros, solo tiene abiertos nueve, y 20 están aún sin programar… “Es que solo se ven avances cada cuatro años”, dice con sorna uno de los sacerdotes.
Soria ha perdido casi 60.000 habitantes desde los años 60. Hoy hay censados 88.600 –la mitad en la capital, pese a contar con 183 municipios repartidos en sus 10.000 km2–. Y es que el invierno demográfico que vive España se acentúa en una provincia en la que uno de cada tres habitantes está jubilado. Unos datos que han convertido a Soria en la abanderada de la España vacía. ¿Molesta el adjetivo? “No molesta que se hable de Soria como la España vacía, aunque más exactamente es la España vaciada, porque no se ha vaciado porque sí”, señala. Además, añade: “No molesta, en parte, porque estamos en un momento tan difícil en cuanto al descenso de la población, que parece que, por lo menos en la conciencia está que algunos remedios hay que poner”. Y es que es una realidad que cada año la provincia pierde alrededor de 500 habitantes.
En este largo periodo electoral, con las pasadas elecciones generales y las presentes municipales y europeas, la España vaciada copa titulares. Están en la agenda de la clase política. Sin embargo, en los dos debates televisados, ninguno de los cuatro líderes de los partidos que agrupan la mayoría del voto nombraron la España vaciada. No obstante, todos los partidos se han ocupado de hacerse presentes en los pueblos menos habitados de nuestro país. ¿Hay preocupación por dar una solución a la despoblación? “La sensación que tiene el pueblo soriano es que la preocupación solo aparece en periodo electoral. Es lo que me transmiten en cualquier conversación”, comenta don Abilio. Hasta ahora, PSOE y PP se reparten más del 80% de los concejales, según los últimos comicios de 2015. Ahora, con la aparición de otras formaciones, el escenario puede variar.
Ante esta realidad, ha cobrado fuerza Soria ¡YA!, un movimiento ciudadano sin ninguna sigla política que lucha contra el olvido institucional de la provincia. La plataforma es apoyada por la Iglesia soriana, de hecho, forma parte de ella la HOAC y algunos sacerdotes, entre los que destaca el propio consiliario del movimiento de acción católica especializada, Martín Zamora. “Su objetivo es mantener en el día a día este recuerdo para todos los políticos. La España vaciada está aquí y necesita soluciones”, reclama el obispo. Y agrega: “Nosotros les apoyamos alentando y animando, porque su fin nos parece justo. Además, es una manera de demostrar el compromiso eclesial para acabar con la despoblación”.
Martínez Varea tiene clara su reivindicación a los políticos ante el 26-M: aprecio por lo rural. “No sé si esto se puede llevar en un programa político, pero durante mucho tiempo se ha pensado que solamente el mundo urbano es en el que uno puede desarrollar todas sus potencialidades, dejando el mundo rural de lado y con ello a quienes se han quedado aquí”, sostiene, al tiempo que destaca las ventajas de la vida rural: “Aquí se establecen muchas relaciones interpersonales porque hay mucha cercanía. Aquí el uno se preocupa por el otro”. Más allá de este necesario cariño por lo rural, el prelado pide que no dejen atrás a la provincia en relación a los servicios. “Necesitamos las mismas infraestructuras y el mismo acceso a internet. No nos podemos diferenciar en dos Españas: una con más servicios y otra con menos”, afirma con contundencia.
Por ello, al preguntarle con qué Soria sueña, la respuesta es sencilla: “Una Soria habitada, que, al menos, no sigamos decreciendo”. Por pedir que no quede. Para ello hace falta que los jóvenes se queden. Y eso solo es posible si hay trabajo. “Necesitarían posibilidades para desarrollar en Soria lo que estudian. Los jóvenes tienen perspectivas de mejorar y tener trabajos acordes a sus estudios. Si no los encuentran en Soria, obviamente continuarán yéndose a otros lugares, porque para vivir, y hacerlo bien, se necesita empleo y acceso a la vivienda”. El obispo hace un silencio y continúa: “Sueño con una Soria en la que vivamos con la mirada puesta en la solidaridad, una Soria en la que nos preocupemos por el otro, en la que tengamos en cuenta a las personas que más sufren… En definitiva, una provincia en la que brille la fraternidad entre nosotros”.
Con respecto al trato con los políticos, el prelado cataloga de “correctísimas” las relaciones en sus primeros dos años al frente de la diócesis castellanoleonesa. De hecho, “son de colaboración franca entre las instituciones, tanto con los distintos ayuntamientos, como con la diputación provincial y el Gobierno de Castilla y León, con los que tratamos de forma habitual”. “Por supuesto que nos respetamos, pero no solo eso, sino que colaboramos de forma activa. No es solo que no nos llevemos mal o no nos molestemos; nos apoyamos en todo lo que podemos por el bien de nuestro pueblo”, recalca convencido don Abilio.
Más o menos vacía, la Iglesia soriana sigue trabajando por su gente con la mirada puesta en el futuro. Con la certeza de que “Jesús sorprende, llama y ama”, concluye el obispo parafraseando al papa Francisco en su reciente viaje a Bulgaria.