Este sábado 18 de mayo, la madrileña Guadalupe Ortiz de Landázuri (1916-1975) es beatificada en su ciudad natal, convirtiéndose en la primera laica del Opus Dei en subir a los altares. La periodista Cristina Abad Cadenas nos acerca a esta “pionera de su tiempo” con un pequeño libro, ‘La libertad de amar’ (Ediciones Palabra), en el que trata de poner de relieve la “normalidad” de la nueva beata. Una mujer cuyo testimonio de vida, reconoce la autora, “está al alcance de todas las fortunas”.
PREGUNTA.- ¿Sigue pensando que Guadalupe es “una mujer excepcional pero un poco inalcanzable”?
RESPUESTA.- Después de conocerla mejor, sigo pensando que es una mujer extraordinaria pero no inalcanzable. Es una pionera de su tiempo: estudia Químicas cuando pocas mujeres lo hacen, ejerce como docente, se dedica a la investigación, pone en marcha iniciativas de promoción para la mujer universitaria y para las indígenas de México, pero es alguien que la Iglesia propone como ejemplo porque era sencilla por dentro, tenía una gran confianza en Dios y en su vocación, y respondió poniendo sus talentos a disposición de los demás. Eso, afortunadamente, está al alcance de todas las fortunas.
Con alma sincera y libertad interior
P.- ¿Qué ha descubierto de ella que le haya llamado más la atención, tras acercarse a su correspondencia y sus diarios?
R.- Desde el punto de vista formal, un verbo ágil, directo, lleno de inteligencia, frescura y sentido del humor. Son cartas que trascienden el tiempo, parecen escritas hoy. Las dirigidas a san Josemaría Escrivá nos permiten entrar en su alma y descubrir su sinceridad para reconocer los defectos sin perder la paz ni la alegría, el modo optimista de enfocar los asuntos, sus ganas de ser útil, su ímpetu apostólico.
P.- En su libro destaca que la próxima beata conjugó muy bien compromiso y libertad. ¿Cómo se consigue eso hoy en nuestra Iglesia y nuestro mundo?
R.- Es cierto. Por eso titulé el libro ‘La libertad de amar’. Creo que lo que permite a Guadalupe unir el deber y el querer es el amor de Dios, que le da una gran libertad interior para no sucumbir a la propia limitación personal: no sé, no es lo mío, no me gusta…; de forma que acoge con ilusión, corazón y empeño los retos y aventuras que el Señor le pone por delante, “queriendo todo lo que hace”. Al mismo tiempo, esa libertad le impulsa a no frenarse ante los límites de la época o su enfermedad y “hacer lo que quiere”, aquello para lo que está mejor dotada, dando de sí en el campo profesional, social, siendo una avanzada para su tiempo.
P.- ¿Podría ser Guadalupe un buen ejemplo de esos “santos de la puerta de al lado” que el papa Francisco reivindica en su exhortación ‘Gaudete et exsultate’?
R.- Sin duda, suelo decir que Guadalupe es “uno de los nuestros”, alguien que podrías encontrarte al coger el ascensor por las mañanas. Se levanta cada día, deja su hogar en orden; pasa por casa de su madre de camino al Instituto Ramiro de Maeztu, la deja arreglada y desayunada; se va a dar sus clases, vuelve a casa, cuida de los suyos, dedica tiempo a sus amistades… Creo que podría ser una buena santa de la conciliación.
Una gran alegría y un ejemplo
P.- ¿Qué supone para el Opus Dei esta primera beatificación de una mujer de la prelatura?
R.- Una gran alegría y un ejemplo para todos, en especial para las mujeres, no solo del Opus Dei sino de toda la Iglesia, porque los beatos y santos son patrimonio de los cristianos. Es un acontecimiento especial, pues se trata de la primera persona laica de la Obra en ser beatificada y, además, la primera mujer. Eso significa que aquel camino iniciado por san Josemaría para llegar a Dios a través del trabajo y las circunstancias ordinarias del cristiano, conduce al cielo. Guadalupe lo recorrió.
P.- Como amante del cine, ¿es esta una vida “de película”? ¿Se animaría a preparar un ‘biopic’?
R.- Quizá sí [ríe]. Sin duda, se trata de una vida apasionante con su detonante y sus puntos de giro; secuencias verdaderamente cinematográficas, durante la Guerra Civil o en México; con sus tramas y personajes secundarios muy interesantes y sólidos. Es todo un viaje del héroe, de la heroína, en este caso, del que se podrían sacar no una, sino varias películas.