En un gesto que ha recordado a su encuentro con los periodistas nada más ser elegido como Papa, en la mañana de este sábado 18 de mayo, Francisco ha querido encontrarse con los corresponsales de la prensa extranjera en Italia. Convocados en la Sala Clementina más de 400 periodistas de hasta 50 países, Bergoglio ha querido ir más allá de lo protocolario y ha pedido que todos acudieran con sus familias, saludando a todos los presentes uno a uno. También han asistido los compañeros de Vida Nueva, Antonio Pelayo y Darío Menor (en la imagen, saluda al Pontífice junto a su hijo)
Antes, ha pronunciado un más que sugerente discurso, marcado por el cariño y el aprecio: “En primer lugar, quiero deciros que valoro vuestro trabajo; la Iglesia os estima, incluso cuando ponéis el dedo en la llaga, pues tal vez la herida está en la comunidad eclesial”.
“El vuestro –ha indicado– es un trabajo precioso porque contribuye a la búsqueda de la verdad, y solo la verdad nos hace libres”. Además, ha defendido que los periodistas desempeñan “un rol indispensable”, lo que “también os otorga una gran responsabilidad”, que implica “trabajar de acuerdo a la verdad y la justicia, para que la comunicación sea realmente una herramienta para construir, no para destruir; encontrarse, no chocar; dialogar, no monologizar; orientar, no desorientar; entenderse, no malinterpretarse; caminar en paz, no sembrar odio; para dar voz a los que no tienen voz, no para ser el megáfono para los que gritan más fuerte”.
Una tarea en la que el corazón ha de ponerse en la humildad: “Cada uno de nosotros sabe cuán difícil y cuánta humildad requiere la búsqueda de la verdad. Y cuánto más fácil es no hacer demasiadas preguntas, estar satisfecho con las primeras respuestas, simplificar, permanecer en la superficie, conformarse con soluciones con descuento, que no conocen la fatiga de una encuesta capaz de representar la complejidad de la vida real. La humildad de no saberlo todo primero es lo que impulsa la investigación. La presunción de saberlo todo es lo que lo bloquea”.
“Los periodistas humildes –ha proseguido Francisco– no significan mediocres, sino más bien conscientes de que, a través de un artículo, un tuit o una intervención en una televisión o en la radio, puede hacer el bien, pero también, si no son cuidadosos y escrupulosos, perjudicar a otros y, a veces, a comunidades enteras”.
Para el Papa, vivimos “en una época en que muchos tienden a juzgar todo y a todos”. De ahí que, en este momento histórico, hay que tener presente que “la humildad también ayuda al periodista a no ser dominado por la prisa, a tratar de detenerse, a encontrar el tiempo necesario para comprender. La humildad nos acerca a la realidad y a los demás con una actitud de comprensión”, huyendo de los “estereotipos”.
“En un momento –ha denunciado– en el que muchos difunden noticias falsas”, es la humildad la que, al buen periodista, “le impide vender la comida dañada de la información errónea y le invita a ofrecer el buen pan de la verdad”. Y es que “el periodista humilde es un periodista libre. Libre de condicionamiento. Libre de prejuicios y, por lo tanto, valiente. ¡La libertad requiere coraje!”.
Para Bergoglio, “la libertad de prensa y de expresión es un índice importante del estado de salud de un país. No olvidemos que las dictaduras, una de las primeras medidas que toman, son eliminar la libertad de prensa o ‘disfrazarla’, no dejar la prensa libre”. Por el contrario, la sociedad no puede crecer sin una prensa auténtica: “Necesitamos periodistas que estén del lado de las víctimas, los perseguidos, los excluidos, los rechazados, los discriminados”.
Algo que requiere una visión global, condicionada únicamente por la pasión por servir a la humanidad: “Se necesita que no olvidéis muchas situaciones de sufrimiento, que a menudo no tienen la luz del foco, o la tienen por un momento y luego regresan a la oscuridad de la indiferencia”. Y aquí ha entrado de lleno en “las guerras olvidadas”, conflictos “que aún continúan, pero las personas los olvidan y no están en la agenda de los medios de comunicación”.
Una denuncia con nombres y apellidos… “Me hago una pregunta: ¿quién está hablando hoy sobre el rohingya? ¿Quién está hablando de los yazidís hoy? Se olvidan y continúan sufriendo. Ayudadnos a no olvidar que los forzados a abandonar su tierra no son un número, sino una cara, una historia, un deseo de felicidad”.
Al igual que en su primer encuentro con la prensa al que nos hemos referido al principio, al Papa ha concluido así: “Os agradezco esta reunión. Os bendigo a vosotros, a vuestros seres queridos y a vuestro trabajo. Y vosotros también, por favor, rezad por mí. Me gustaría daros a todos la bendición. Sé que no todos sois creyentes y, por esto, haré la bendición en silencio, para todos. Que Dios bendiga a todos, bendiga el corazón de todos”.