“Desde hace tiempo, en Veracruz la violencia no tiene límites, ni horas, ni lugares, ni respeto alguno por lo sagrado”, aseguró Eduardo Patiño Leal, obispo de la Diócesis de Córdoba, Veracruz, luego de que el pasado sábado un grupo de sicarios intentara secuestrar a una persona que estaba a punto de participar en una misa de XV Años en la localidad de Fortín de las Flores.
Al percatarse de lo que estaba ocurriendo en el estacionamiento de la Rectoría de Nuestra Señora de Guadalupe, varios de los asistentes buscaron intervenir para evitar que se consumara el secuestro, pero fueron recibidos con disparos por los delincuentes. Hasta el momento los medios locales reportan el saldo de dos personas muertas y varias heridas.
A través de un comunicado, Patiño Leal destacó la valentía del sacerdote que en ese momento estaba por iniciar la celebración eucarística, pues a pesar de su avanzada edad –señaló– se movilizó para replegar a los fieles hasta el fondo del templo y evitar más víctimas.
Cuando las detonaciones de arma se dejaron de escuchar, el sacerdote se trasladó hasta el estacionamiento para atender espiritualmente a las personas que sufrieron los impactos de bala. “El padre Jorge, a pesar de ser un sacerdote de avanzada edad, tuvo el gesto compasivo de orar y darles la absolución bajo condición y el sacramento de la unción, encomendándolos a la misericordia infinita de Dios nuestro Padre”, señaló el obispo.
Más tarde, debido a que fue necesario suspender la misa, el mismo sacerdote se hizo presente en el salón de fiestas para darle la bendición a la quinceañera y a la familia. Lo que el sacerdote quería –explicó el obispo– “era dejar abierto para ella (la quinceañera) un horizonte de paz, y el camino de la esperanza y la vida plena que toda familia y todo joven anhela recorrer”.
El obispo pide justicia
Ante esta situación, el obispo de Córdoba alzó la voz para exigir a las autoridades de los tres niveles de gobierno, planes realistas y eficaces contra la delincuencia organizada y “la corrupción que da origen a tantas agresiones cada vez más frecuentes: desapariciones, secuestros, balaceras, cobro de piso, extorsiones y proliferación de las adicciones, destruyendo la vida de tantas familias y la esperanza de los jóvenes”.
Recordó que no es la primera vez que este tipo de atentados ocurren cerca de templos, escuelas o comercios, a plena luz del día: “Nuestra oración a Dios para que toque los corazones de los causantes de estos males: ellos están cegados o anestesiados por el señuelo que les propone el espíritu del maligno, haciéndoles creer que en el dinero fácil y mal habido, le van a encontrar sentido a sus pobres y desperdiciadas vidas”.
La vida es sagrada
Por su parte, la Conferencia del Episcopado Mexicano, a través de su secretario general Alfonso Miranda Guardiola, manifestó su tristeza y consternación ante los hechos, al tiempo que lamentó los niveles que ha alcanzado la violencia en el país, pues ésta “genera una descomposición social que ha deteriorado profundamente la convivencia armónica y pacífica de nuestra sociedad”.
Miranda Guardiola hizo un llamado “a la sociedad a recuperar el sentido de la sacralidad de la vida de la persona y de los valores esenciales; a las autoridades le solicitamos con firmeza, una vez más, investigar exhaustivamente, hasta aclarar los hechos, para actuar conforme a la verdad y la justicia”.