América

La Familia Vicenciana redobla sus esfuerzos en Venezuela

  • El Consejo nacional de las entidades inspiradas en San Vicente de Paúl que trabajan en el país hace una llamamiento internacional ante la crisis humanitaria
  • El bloqueo de la ayuda internacional limita la supervivencia de las comunidades religiosas





El pueblo venezolano sigue en la incertidumbre. Una crisis que también afecta a la Iglesia local, como a la Familia Vicentina que está en zonas de clase media o pobre. Desde el Consejo nacional de la Familia Vicentina de Venezuela constatan que cada vez tienen “menos recursos con que ayudar a nuestros hermanos más necesitados”. Y es que, señalan a Vida Nueva, “la inflación galopante ha reducido totalmente nuestros salarios, así como el poder adquisitivo de los venezolanos, incluidos los Vicentinos, que, desde su pobreza, siguen ayudando a los más necesitados”.

Además, de su misión de caridad y apostolado, en esta crisis humanitaria, los religiosos también han “tenido también que servir de pacificadores entre venezolanos que discuten y pelean en nuestras calles o comunidades (rurales y urbanas) por conseguir alimentos regulados o a bajos precios, medicinas, gas doméstico, agua potable o cualquier necesidad básica, hasta el punto de vivir situaciones que atentan a la dignidad básica de cada ciudadano”. “Por ejemplo, tenemos que conversar y mediar con personas que pelean por llevarse la basura o desechos que otras personas arrojan en los contenedores destinados para dicho uso (esto es, hurgando en la basura), desechos que, en muchas ocasiones, les sirven para malcomer”, relatan.

Redoblar esfuerzos

La situación afecta al normal desarrollo de la misión. “No podemos prestar nuestros servicios como en años anteriores, por la gran escasez de alimentos y el elevadísimo coste de los que se consiguen, igual que en el caso de las medicinas y otras ayudas que se prestaban regularmente”, constatan.

Por su parte, las ramas laicales de la familia religiosas están viviendo el éxodo masivo de refugiados o los estragos del envejecimiento o la enfermedad entre los miembros de las asociaciones. “Sin embargo, en la mayoría de nuestras comunidades o lugares donde tenemos presencia como vicentinos, estamos ofreciendo nuestros mayores esfuerzos para continuar realizando nuestra labor a favor de los más necesitados”, apuntan.

La pasión del santo de la caridad

En medio de esta crisis, “la pasión de san Vicente de Paúl sigue muy viva, ya que le tocó vivir problemas semejantes en su época y, con la ayuda de la providencia divina y de personas de buena voluntad, logró organizar la caridad o el servicio a los pobres. Esto nos inspira a ver a Cristo en los más desvalidos y pobres de nuestras comunidades”, precisan.

Todo ello a pesar de que viven problemas con el cambio de moneda o el bloqueo de la ayuda humanitaria. Por lo que han “tenido que ser creativos a la hora de conseguir que las ayudas que nos están llegando gracias, al apoyo de la Familia Vicenciana Internacional, lleguen efectivamente a los pobres”.

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