América

El CELAM inicia una reforma inspirada en el magisterio de Francisco





Conversión pastoral, sinodalidad y reestructuración son ‘claves de lectura’ para comprender lo que ha ocurrido en la 37ª Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), celebrada en Tegucigalpa del 13 al 18 de mayo, que eligió al peruano Miguel Cabrejos Vidarte, arzobispo de Trujillo, como sucesor del cardenal colombiano Rubén Salazar Gómez en la presidencia del principal organismo de comunión, reflexión y colaboración, al servicio de la Iglesia del continente.

“La votación fue muy reñida entre dos candidatos. En cualquier caso, la designación del equipo de gobierno no condicionó la reflexión posterior sobre el camino que debe seguir el CELAM en los próximos años”, señala uno de los prelados participantes.

Los asistentes a la cita tenían claro que el organismo que aglutina a todos los episcopados latinoamericanos y caribeños no pasa por su mejor momento. “Somos conscientes de la actual situación de crisis. Nos ha faltado empuje para responder con creatividad y valentía a lo que se marcó en Aparecida y que retoma ‘Evangelii gaudium’. Estamos con los planes del papa Francisco, pero en estos años hemos hecho un ‘corta y pega’ de sus propuestas sin darle un impulso propio para contagiar de su fuerza a nuestras comunidades”, admite el responsable de otro episcopado.

‘G-8 latinoamericano’

Para dar paso a un itinerario de reestructuración pastoral, la 37ª Asamblea General se abstuvo de la tradicional elección de los presidentes de los departamentos. En su lugar, fue nombrada una comisión de ocho obispos –una especie de ‘G-8 latinoamericano’– que, junto con la nueva presidencia, asumirán la compleja misión de llevar a cabo la reforma del CELAM.

En la mejor dirección refundacional, la cita hondureña parece haber sido un punto de inflexión. Durante los próximos meses, las conferencias episcopales elaborarán un breve informe bajo una premisa básica: “¿Qué necesitas del CELAM?”, a fin de decantar otras cuestiones escenciales: ¿qué mantener?, ¿qué innovar?… Se inicia, de este modo, un proceso consultivo basado en la pastoral de la escucha.

“La conversión pastoral supone escuchar”, asevera en declaraciones a Vida Nueva la presidenta de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), Gloria Liliana Franco, argumentando que “no serán posibles nuevas respuestas sin ejercitarnos en el arte de la escucha y del discernimiento”. En este sentido, continúa Franco, “un mundo que cambia vertiginosamente exige diálogo permanente, el contexto es elocuente, plantea nuevos desafíos y el encuentro con la ‘diferencia’ se constituye en oportunidad”.

Cambio de mentalidad

Ni la conversión pastoral ni la reestructuración podrán ser ajenas a este proceso pues, como dice Gabriel Naranjo, ex secretario general de la CLAR, “son dinámicas que se entrecruzan dialécticamente” y, además, “el llamado a la conversión nunca estuvo ausente de las cinco conferencias generales del episcopado latinoamericano. Por el contrario, en todos los casos resultó ser un referente catalizador de sus contenidos y de su incidencia en las estructuras de la Iglesia y de la sociedad”.

Los presidentes celebran este paso adelante para poner al día el engranaje del consejo eclesial del continente. “Cada cuatrienio se planteaba la necesidad de renovarse, pero todo se quedaba en el aire. Ahora, por fin, nos lo hemos tomado en serio”, señala un obispo que confía en que el trabajo que ahora se inicia tendrá un resultado positivo, si bien reconoce que no será sencillo: “Necesitamos un cambio de mentalidad. Tenemos que dejar de pensar en los departamentos que existen para planificar la pastoral desde los núcleos teológicos y las necesidades que las conferencias episcopales demandan”.

El secretario general adjunto, Francisco Niño Súa, ha adelantado a este semanario que “se podría estar dando paso a una nueva estructura que privilegie servicios por áreas estratégicas, es decir, acciones que den respuesta a las necesidades más apremiantes de las conferencias episcopales”. Ello conllevaría, según Niño, a “asumir el discernimiento como actitud permanente del CELAM que le permitiría ‘primerear’”.

Una nueva conferencia continental

En esta misma línea, en la Asamblea de Honduras se planteó la necesidad de una nueva conferencia continental. “Bajo ningún concepto supone cuestionar Aparecida, sino, más bien, buscar qué herramientas están a nuestro alcance para aterrizar todas las propuestas que lanzaba y que no hemos sabido traducir en hechos”, explica un obispo.

Pero, ¿sería inmediata esta conferencia? La horquilla se situaría entre tres años –según algunos, lo mínimo para desarrollar un proceso sinodal, elaborar un material sólido que dé cuenta de ello y poner en marcha el engranaje organizativo– y seis años. Antes, la propuesta del CELAM deberá contar con el aval del Papa, quien, como ha ocurrido con las anteriores, convocaría la VI Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y definiría dónde se realizaría y su temática.

Por lo pronto, se espera que para la próxima Asamblea General, dentro de dos años, en Puerto Rico, haya avanzado suficientemente todo el proceso de reestructuración pastoral del CELAM y sea aprobada la anhelada reforma.

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