El miércoles 29 de mayo, Abraham Canales (Elche, 1969), presenta en Madrid su última criatura: No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo (Ediciones HOAC), la primera primera obra de estas características que se edita en España, y que recoge una pasión que el también director de Noticias Obreras comparte con el Papa argentino: la defensa de la dignidad de los últimos. Una pasión de la que surgen claros destellos en la conversación que hemos mantenido con él.
PREGUNTA.- ¿Por qué cree que el trabajo se ha convertido en una de las claves del pontificado de Francisco, como aseguras en tu libro?
RESPUESTA.- Francisco recupera lo que ha sido muy importante para el magisterio de la Iglesia, para que la persona puede crecer en dignidad, y lo enmarca en su exhortación programática Evangelii gaudium cuando habla de la inclusión social de los pobres, y también en Laudato si’, cuando exhorta a que cualquier planteamiento integral sobre el cuidado del medio ambiente debe de pasar por preservar el trabajo para que, a través de él, seamos capaces de cuidar la Creación y construir un mundo mejor. Y, para ello, el Papa articula una serie de diálogos con distintos agentes sociales para poner en valor a las gentes del mundo del trabajo.
P.- ¿Es, desde León XIII, con Rerum Novarun (1891), el pontífice que más clara y profundamente ha abordado la cuestión del trabajo?
R.- Diría que sí, primero porque incorpora en sus principales documentos magisteriales esta cuestión. Y segundo, porque no solo lo dice en sus textos, sino que desarrolla una estrategia de diálogo con los principales protagonistas del mundo del trabajo. Francisco se toma en serio al mundo del trabajo y la importancia que tiene en este momento histórico para la Iglesia. Para él, es una prioridad humana y una prioridad cristiana.
P.- Oír a un Papa hablar de trabajo digno, de economía que mata, de un sistema económico que deja descartados… ¿Qué efectos tiene en una sociedad que ha orillado en buena medida la religión?
R.- En primer lugar, tiene un efecto esperanzador para la gente que sufre las consecuencias de un sistema que descarta a muchísimas personas en función del dios dinero, como dice el propio Francisco. Pero, y en segundo lugar, el Papa no se queda solo en la denuncia de esas condiciones de vida, sino que va proponiendo líneas de actuación para un sistema alternativo, para una verdadera economía social de mercado. Por eso, en 2020 ha convocado un encuentro para ofrecer una visión de la economía desde la perspectiva de la Iglesia.
Un aliado de los sindicatos
P.- ¿Y en los sindicatos, cómo cala su discurso? ¿Se ha convertido en un inesperado aliado?
R.- El encuentro que mantuvo en el Vaticano con las principales organizaciones sindicales del mundo fue una gran sorpresa para ellos. Los sindicatos han sido demonizados por un sistema económico que los considera molestos. Y Francisco se ha convertido en un aliado de los sindicatos porque propone nuevas condiciones para afrontar esta IV revolución industrial. Y los sindicatos le han mostrado su agradecimiento por haberlos escuchado y acogido en aquel encuentro en la Santa Sede.
P.- ¿Cómo reciben su pensamiento las grandes multinacionales? ¿Lo ven como un peligro?
R.- Francisco fue invitado a participar en el Foro de Davos y allí, ante los que dirigen la economía mundial, les insistió en que el mundo empresarial y financiero no puede perder su dimensión ética y tienen que ser respetuosos con el medio ambiente, con la casa común. Pero también se ha reunido con los empresarios católicos y les ha vuelto a insistir en esa misma lógica.
Antes que política, teología
P.- ¿Hablar de trabajo digno es hacer política, como le critican muchos?
R.- Si por hacer política entendemos ayudar a construir el bien común y defender la dignidad de la persona, entonces digamos que es política, pero mucho antes que eso es teología. Porque cuando Francisco dice que el trabajo tiene que ser decente, es coherente con la Doctrina Social de la Iglesia y, claro, con el plan que Dios tiene para nosotros.
Por eso, Francisco no dice nada nuevo. La definición de trabajo decente ya la hizo Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate, como una expresión de dignidad para todos los seres humanos. Y si miramos atrás, también Juan Pablo II en Laborem exercens. Así pues, Bergoglio no dice nada que no hayan dicho sus predecesores, pero él pone el acento en el trabajo.