“Ningún ser humano puede ser jamás incompatible con la vida, ni por su edad, ni por su salud, ni por la calidad de su existencia”. Así de rotundo se ha mostrado el papa Francisco, en la mañana de este sábado 25 de mayo, al recibir en audiencia a los participantes en el congreso internacional ‘¡Yes to life! (¡Sí a la vida!). El cuidado del precioso don de la vida en la fragilidad’, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y por la Fundación ‘El corazón en una gota’.
Francisco ha insistido en que “el aborto nunca es la respuesta que buscan las mujeres y las familias”. A su juicio, “es el miedo a la enfermedad y la soledad lo que hace que los padres duden”. Por lo que, aunque no niegue “las dificultades prácticas, humanas y espirituales” de tantos casos, precisamente por ello, ha invitado a emprender “urgentes y necesarias acciones pastorales más incisivas para apoyarlos”.
Ante las 300 personas que se han congregado en la Sala Clementina, el Papa les ha recordado que “todo niño que se anuncia en el vientre de una mujer es un regalo, que cambia la historia de una familia: de un padre y una madre, de abuelos y hermanos. Y este niño necesita ser bienvenido, amado y cuidado. ¡Siempre!”.
Diálogo madre-hijo
A continuación, y tras describir el “diálogo cruzado” que se establece entre madre e hijo desde los primeros instantes de la concepción, Francisco se ha referido a las modernas técnicas de diagnóstico prenatal, que hoy “son capaces de descubrir desde las primeras semanas la presencia de malformaciones y patologías”. Sospechas que, en su opinión, llevan a “las mujeres y las parejas a una desaliento profundo”. Sin embargo, Bergoglio ha sostenido que nada ni nadie “puede predecir el resultado cierto” de tales problemas, “porque la evolución de cada enfermedad es siempre subjetiva y ni siquiera los médicos saben a menudo cómo se manifestará en cada individuo”.
Sí ha defendido, por el contrario, las terapias fetales y los hospicios perinatales, pues “proporcionan un apoyo esencial a las familias que reciben el nacimiento de un niño enfermo”. Y ha invitado a que los médicos “comprendan claramente no solo el objetivo de la curación, sino también el valor sagrado de la vida humana, cuya protección sigue siendo el objetivo último de la práctica médica”.
No al aborto como prevención
Por último, al tiempo que ha reivindicado “el cuidado perinatal” por todo lo que “humaniza la medicina”, Francisco ha advertido contra “la cultura dominante de hoy” que no promueve tal enfoque, sino que “a nivel social, el miedo y la hostilidad hacia la discapacidad a menudo conducen a la elección del aborto, configurándolo como una práctica de ‘prevención’”.
Frente a esta posibilidad, ha dejado clara la enseñanza de la Iglesia: “La vida humana es sagrada e inviolable” y el uso del diagnóstico prenatal con fines selectivos es “la expresión de una mentalidad eugenésica inhumana, que priva a las familias de la posibilidad de acoger, abrazar y amar a sus hijos más débiles”.
