Cámara en mano, Sor Isaura Marcos Sánchez (Los Santos, Salamanca, 1959) redescubre a diario el monasterio barcelonés de Santa María de Pedralbes, donde ingresó en 1976, y traduce su mirada en fotografías que funden contemplación y vida. Fruto de esta vocación autodidacta y de su indudable sensibilidad artística, la religiosa clarisa ha puesto ahora imágenes a los ‘Reflejos del Cántico de las criaturas’ (San Pablo), un libro de fotografía creativa –comentada por Rosa Rodríguez Branchat–, que constituye “una fuente de espiritualidad franciscana” y una “ayuda para la oración”.
PREGUNTA.- Monja de clausura y fotógrafa. Alguien podría pensar que no salir del monasterio limita sus posibilidades creativas, que un reportero de viajes lo tiene más fácil…
RESPUESTA.- ¡No, todo lo contrario! Mi creatividad y contemplación se agudizan aún más al ver los destellos de belleza que hay en las cosas más pequeñas de cada día, como los reflejos de luz en sus colores tornasolados que se filtran a través de las flores con exuberancia… El claustro es fuente de inspiración infinita, que, al verlo de forma diferente cada día, permite entrever un microcosmos de ilimitada diversidad. Una mirada fugaz puede no contemplar toda la riqueza que lo rodea, pero para mí es un reto poder ir descubriendo nuevas formas de inspiración.
P.- ¿Cómo surge esta afición/vocación?
R.- La descubrí al realizar mi primera versión del DVD del ‘Cántico de las criaturas’, para el octavo centenario de la fundación de la Orden de Santa Clara de Asís (1212-2012). ¡Quedé fascinada! A través de la fotografía creativa de reflejos, descubrí un universo de energía que transforma todo el arte en plegaria.
Obra fascinante de vida fraterna
P.- ¿Por qué reinterpretar con fotos el ‘Cántico de las criaturas’, con la plasticidad que ya tienen los versos de san Francisco?
R.- ¿Quién se podría resistir ante esta obra tan fascinante de vida fraterna, saber que todo está conectado? Con el Todo, como decía san Francisco: “Mi Dios y mi Todo”; me apasiona vivir y plasmar en imagen tal Belleza, donde el universo fluye al ritmo de lo Eterno. (…)
P.- Cada foto suya es un ejercicio de contemplación desde el objetivo, ¿también de oración?
R.- Por supuesto. Contemplar desde la Belleza, donde todo se transforma en vida de plegaria, es añadir destellos de imágenes a la propia plegaria; hacer visible lo invisible. Dejo que la fotografía exprese mi visión apasionada del mundo y que ayude a la contemplación. Este libro de ‘Reflejos del Cántico de las criaturas’, más allá de su supuesto valor artístico, es también una fuente de espiritualidad franciscana que complementa y ayuda a la oración.