España

La doble vocación de Pablo Lucena: sacerdote y teniente de la Guardia Civil en excedencia

  • Este “cambio” de vida parte de “la llamada que Jesús” le hizo como numerario del Opus Dei cuando tenía 15 años
  • “Lo que más valoro del sacerdocio es la misa y la confesión, porque estás cara a cara con las profundidades de otra persona”





Pablo Lucena sintió la llamada al sacerdocio siendo teniente de la Guardia Civil. Y es que, como ha explicado en una entrevista en el semanario diocesano Paraula, si bien su vocación a este cuerpo de seguridad era “absoluta”, llegó el momento en el que “Dios me pidió un cambio de planes: que fuera sacerdote ministerial”.

Para Lucena este “cambio” no se entiende si no se parte de “la llamada que Jesús” le hizo como numerario del Opus Dei cuando tenía 15 años. En ese momento su respuesta “fue afirmativa”, así que, al sentir “esa nueva llamada de Dios”, se dirigió a Javier Echevarría, prelado del Opus Dei en ese momento, para que le guiase en un camino de entrega total, “incluso por encima” de su vocación profesional.

“Algún compañero me dijo que era una pena, con la carrera que llevaba en el Cuerpo”, recuerda, aunque eso le “hizo sonreír”. Asimismo, en la Comandancia “me recomendaron tomarme más tiempo porque me veían disfrutar de mi trabajo”. En cuanto a sus padres y nueve hermanos, “no se lo esperaban”, pero le apoyaron en todo, “felices”.

“Vivir con Jesús el día a día”

Según ha destacado el sacerdote, lo mejor del trabajo como teniente de la Guardia Civil fueron sus compañeros. “Tengo la suerte de haber hecho muy buenos amigos en el Cuerpo”, que para él es como “una familia en la que vivimos juntos, con las puertas abiertas, y con un orgullo tremendo”. Respecto a su vida como sacerdote, Lucena destaca “la libertad, la paz y la secularidad” como “tres claros acentos del carisma del Opus Dei” donde “cada uno es diferente y busca vivir con Jesús su día a día”.

Lucena, que es natural de Baena (Córdoba), ejerce actualmente su ministerio en la iglesia de San Juan del Hospital (Valencia), donde acompaña, de forma principal, a jóvenes y personas enfermas. “Lo que más valoro del sacerdocio es la misa y también es muy satisfactoria la confesión, porque estás cara a cara con las profundidades de la otra persona”, ha explicado, añadiendo que, si bien es una labor “muy delicada”, es también “muy bonita”.

Por su experiencia, Lucena anima a los jóvenes a responder activamente si sienten la llamada al sacerdocio. “Les diría lo piensen tranquilamente, que lo hablen con Jesús en la oración y con quien les pueda ayudar, que confíen en el plan que Dios Padre tiene para su vida, que experimenten la felicidad de darse a los demás con generosidad”, explica.

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