El papa Francisco aterrizó poco después de las 6 de la tarde en el aeropuerto de Roma-Ciampino tras haber despegado hora y media antes del aeropuerto de Henri Coandă-Otopeni de Bucarest, concluyendo así su viaje a Rumanía, el 30º de su pontificado. Como es habitual, el pontífice atendió durante más de media hora las preguntas de los medios presentes en el vuelo papal.
Pensando en los rumanos que se han visto obligados a salir del país y emprender una nueva vida, Francisco ha alabado el “amor de la familia” que lleva al sacrificio de tener que dejar a los propios miembros “para que no les falte nada, como acto de amor”. “No se van para hacer turismo, se van por necesidad”, ha advertido el Pontífice, como “resultado de una política mundial que trae esto como consecuencia”, además de los condicionamientos del propio país. Apuntando a Rumanía, ha advertido como, “tras la caída del comunismo, muchas empresas extranjeras han cerrado en un lugar por ganar más dinero; cerrar hoy una empresa es dejar gente tirada en la calle y esto es una injusticia mundial, la falta de solidaridad”.
Frente a esta situación, el Papa resaltó: “Vosotros tenéis un nivel de nacimientos impresionante, no se ve el invierno demográfico que tenemos en el resto de Europa, y es una injusticia no tener puestos de trabajo para tantos jóvenes. Por eso deseo que se resuelva esta situación, que no depende tanto de Rumanía como del orden económico mundial, de la sociedad del consumismo, de tener más y de ganar más mientras la gente está sola”, ha señalado, recordando que Rumanía está en la presidencia de la ONU.
Yendo hacia la relación entre las distintas confesiones cristianas, el papa Francisco ha definido la situación rumana como “una relación de mano tendida”. En un país con diferentes grupos étnicos y de confesiones religiosas distintas, hay que “escuchar a los demás” y poner en marcha un “proceso de acercamiento”. Alabó, en este sentido, la sensibilidad del patriarca Daniel. “Lo siento como hermano, hemos hablado como hermanos. ¡Caminemos juntos!”, exclamó. “El ecumenismo no es llegar al final del juego, de las discusiones. Se hace caminando, yendo juntos, orando juntos”, añadió.
En este sentido, el Pontífice añadió que existe “el ecumenismo del testimonio, de la sangre y luego el ecumenismo de los pobres, trabajando juntos para ayudar a los pobres, a los enfermos…”. Comentando unas anécdotas de cercanía ecuménica resumió que la clave es “caminar juntos: unidad, fraternidad, mano tendida, cuidarse, no criticar a los otros, aunque todos tenemos defectos”. Y, recordando la oración conjunta del Padre nuestro, señaló que “hay grupos católicos que son un poco integristas, debemos rezar al Señor por ellos”.
Preguntando por las últimas campañas políticas, tomando distancia sobre algunos hechos concretos de la situación italiana, ha denunciado que “hay en la política de muchos países, muchos, la enfermedad de la corrupción: en todas partes”. El Papa ha pedido que “debemos ayudar a los políticos a ser honestos, a no hacer campaña con banderas deshonestas como calumnias, difamaciones, escándalos…”. “Una política, un político, nunca, nunca, debe sembrar odio y miedo. Solo esperanza. Cierto, exigente: pero con esperanza”, sentenció.
Sobre el sentimiento europeo, resaltó que “todos somos responsables de la Unión Europea” y reclamó que “si Europa no es grande ante los retos del futuro, se marchitará”. “Necesitamos retomar la mística de los padres fundadores. Europa debe encontrarse a sí misma y superar las divisiones de las fronteras”, reivindicó. “Estamos viendo fronteras en Europa y esto no es bueno. Es cierto que cada país tiene su propia identidad y debe protegerla, pero por favor, Europa no se debe dejar ganar por el pesimismo y las ideologías”, añadió. “Pensemos en la Europa dividida, aprendamos de la historia, no volvamos atrás”, deseó.
El papa Francisco también se ha referido a la relación con Benedicto XVI, del que ha alabado que “tiene una gran lucidez y, cuando lo oigo hablar, me fortalezco”, ha señalado, comentando que el Papa emérito solo tiene problemas de movilidad. Con él, ha confesado, “siento esta tradición de la Iglesia que no es una cosa de museo. La tradición es como las raíces, te dan el alimento para crecer, pero no serás como ellas, no: florecerás, el árbol crecerá, darás fruto y las semillas serán raíces para otros”. “La tradición no guarda las cenizas, la nostalgia de los fundamentalistas. La tradición garantiza que el árbol crezca, florezca y dé frutos”, aclaró.
Aplicándolo a la relación entre generaciones, Bergoglio señaló que “cuando los abuelos sienten que tienen nietos que continuarán la historia, comienzan a soñar y los abuelos, cuando no sueñan, se deprimen unos a otros… ¡Hay un futuro! Y los jóvenes, animados por eso, comienzan a profetizar y a hacer historia. Es importante”.
Aprovechando que el encuentro con los periodistas se producía durante la celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el Papa les ha dicho que los trabajadores de este campos deben ser “testigos de la comunicación”, porque actualmente se hacen muchos contactos, pero la auténtica comunicación se queda atrás. “Vosotros, por vocación, sois testigos de esa comunicación tan necesaria en estos momentos”, ha señalado, agradeciendo su labor.