El número de denuncias de abusos sexuales en la Iglesia de los Estados Unidos se ha doblado en el último año, hasta alcanzar la cifra de 1.455, que fueron interpuestas por 1.385 adultos, según cifras de un informe elaborado por la propia Conferencia Episcopal norteamericana, que tiene pensado, además, dedicar su próxima asamblea Plenaria, a mediados de este mes de junio, a este tema.
La escalada en el número de denuncias que recoge este informe anual –que hace el número 16º desde que los obispos de Estados Unidos aprobaron en 2002 la Carta para la Protección de Niños y Jóvenes– se atribuye a la adopción estatal de los programas independientes de reconciliación y compensación, puestos en marcha por las cinco diócesis del estado de Nueva York, según el comunicado difundido por la propia conferencia episcopal.
Los datos, recabados por una empresa especializada en auditoría forense, se circunscriben a nuevas denuncias presentadas entre el 31 de julio de 2017 y el 30 de junio de 2018, y señalan que el 92% de los sacerdotes abusadores ya estaban muertos, habían sido dimitidos del estado clerical o estaban desaparecidos. La mayoría de las denuncias se referían al período comprendido entre 1960-1990, con una importante concentración de casos en los años 70, según la auditoría.
El informe, que destaca la tarea que están realizando las autoridades eclesiásticas en la lucha contra esta lacra, detalla sus esfuerzos para prevenir los abusos, certificando que se han registrando 2,6 millones de verificaciones de antecedentes a clérigos, empleados y voluntarios, además de la capacitación de seis millones y medio de personas para identificar las señales de advertencia de posibles abusos.
Asimismo, se da cuenta de que hay más de 1.500 víctimas que están recibiendo apoyo y que, hasta junio del año pasado, las diócesis habían ofrecido ese acompañamiento a otros 500 supervivientes de abusos y a sus familias. A todas estas personas se dirige, en la presentación del informe, el presidente de la Conferencia Episcopal de los Obispos de Estados Unidos, el cardenal Daniel DiNardo, quien les ofrece su “sincera gratitud” por el valor de sus denuncias y testimonios, pues eso ha hecho que “la asistencia a las víctimas y supervivientes y la protección de los niños son ahora elementos centrales de la Iglesia”.
Con todo, el arzobispo de Galvestion-Houston, y aun reconociendo los progresos realizados en la lucha contra los abusos, también reconoce que “todavía se necesita avanzar mucho en este momento” y asegura que los obispos norteamericanos “seguirán abordando nuevas medidas para una mayor responsabilidad y transparencia”, porque “cuando se trata de la protección de los jóvenes, la pregunta siempre debe ser ¿qué más se puede hacer?”.