Del 15 al 24 de julio, el Instituto Ecuménico Teológico Al Mowafaqa de Rabat (Marruecos), ofrece, un año más, su ‘Seminario de islamología’, destinado a personas interesadas en introducirse de una profundamente en el conocimiento del islam. La institución, creada en 2012 por el Arzobispado de Rabat y la Iglesia Evangélica de Marruecos, ha sido testigo del trabajo en favor del diálogo ecuménico e interreligioso que se está llevando a cabo en este país, que recibió la visita del papa Francisco durante el mes de marzo de 2019.
En este contexto, Vida Nueva habla con Cristóbal López, arzobispo de Rabat y responsable como administrador apostólico de la diócesis de Tánger hasta que esta reciba un nuevo obispo. Y es que el Papa ha aceptado la renuncia de Santiago Agrelo, actual arzobispo de la misma, quien se despide de su cargo el 16 de junio con una misa en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción.
PREGUNTA.- Adentrarse en el conocimiento de la fe islámica en profundidad, ¿es una forma de eliminar los prejuicios contra esta religión?
RESPUESTA.- Indudablemente. Lo que no se conoce, no se ama (y lo que no se ama, no se conoce). Es indispensable tender puentes entre las diferentes religiones y culturas, y el primero e imprescindible es el del mutuo conocimiento. Estoy convencido de que los enfrentamientos, guerras y conflictos tienen su origen, en gran parte, en la ignorancia y el desconocimiento del otro. Estudiar, conocer, salir al encuentro del otro, es la ocasión para deshacerse de prejuicios negativos. Por eso ofrecemos, desde el Instituto Ecuménico Teológico Al Mowafaqa (‘El acuerdo’), un ‘Seminario de islamología’, que se realiza cada mes de julio, así como otros estudios islámicos.
P.- El cristianismo y el islam comparten diversos aspectos. En la práctica de estas confesiones, ¿hay también puntos comunes más allá de sus orígenes?
R.- Existen puntos comunes en la práctica religiosa de ambas religiones (la oración, el ayuno, la limosna…), pero estamos unidos a mucha más profundidad que la superficie de las manifestaciones externas. Tenemos en común elementos fundamentales de la fe. Fijémonos en lo que el Concilio Vaticano II decía hace ya más de 50 años en relación a los musulmanes: “La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, creador del cielo y de la Tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno”. Como podemos ver, lo de la oración, el ayuno y la limosna, elementos de práctica religiosa que citaba antes, están al final de todo. Hay muchas otras cosas, más profundas, que nos unen.
P.- Uno de los temas que van a tratar es el de los santos musulmanes, ¿se entiende la santidad de la misma manera que el cristianismo?
R.- Los santos musulmanes, conocidos como ‘marabuts’, son personas que han merecido el respeto y la veneración de sus semejantes ya en vida, y cuya memoria se ha perennizado a través de un enterramiento que se convierte en lugar de peregrinación espontánea. Pero la existencia de los marabuts no está organizada ni ‘canonizada’; es espontánea y muy diversa según los contextos históricos y culturales; una cosa es un marabut en el Africa Subsahariana y otra en el Africa del Norte. Y hay grandes grupos musulmanes que rechazan de plano el “marabutismo” (algo semejante a la diferencia que hay en este punto de los santos entre católicos y protestantes).
P.- ¿Cómo son las relaciones entre cristianos y musulmanes en Marruecos?
R.- En general, son buenas. En particular hay seguramente de todo, porque entre más de 35 millones de musulmanes podemos encontrar desde el que desea ser cristiano hasta el que estaría dispuesto a acabar con los cristianos. Y entre los cristianos también hay una cierta variedad de actitudes en relación a nuestros hermanos musulmanes, pero la que más abunda es la positiva, la que corresponde a la frase del Concilio que citábamos anteriormente.
El diálogo interreligioso, en su dimensión de convivencia amistosa, de buen vecindaje, de trabajo conjunto por el bien común, es una hermosa realidad en este ambiente marroquí. Quienes siguen el ‘Seminario de Islamología’ como alumnos, como fue mi caso en julio pasado, pueden comprobarlo en vivo y en directo.
P.- La visita del papa Francisco a Marruecos ha supuesto un paso más en el diálogo interreligioso con el islam. ¿Cómo vivieron esta visita? ¿Qué supuso para los cristianos de Marruecos?
R.- La visita del Papa Francisco ha sido un acontecimiento extraordinario para el país y para su Iglesia. Estoy convencido de que, aunque ya ha dado frutos, los dará todavía más abundantemente a medio y largo plazo. Hemos vivido este acontecimiento con una gran alegría y sensación de paz y felicidad, y ha sido para nosotros un espaldarazo y una confirmación en cuanto a la línea pastoral y el trabajo que las Iglesias del Norte de Africa vienen realizando desde hace décadas.
En relación al diálogo interreligioso, creo que marca un antes y un después: empezamos una nueva etapa en la que queremos dejar atrás la simple “coexistencia” y la limitada “tolerancia” (que, ciertamente, son mejor que el conflicto y la intolerancia), para entrar en el conocimiento mutuo, el respeto del otro, la estima recíproca que nos lleven a la paz y a la fraternidad. ¡Este es el objetivo! El diálogo es el camino, el medio, el instrumento.