Como es habitual cada vez que hace un viaje apostólico, el papa Francisco dedicó la audiencia de este miércoles, 5 de junio, a explicar a los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro del Vaticano la visita que realizó a Rumanía del 31 de mayo al 2 de junio, 20 años después de la que llevó a cabo san Juan Pablo II.
Después de dar las gracias a las autoridades de Bucarest por la invitación, Jorge Mario Bergoglio destacó el buen momento por el que pasa el diálogo ecuménico entre los rumanos. “Tenemos la gracia de vivir un tiempo de relación fraterna entre las diferentes Iglesias cristianas. En Rumanía, la mayoría de los fieles pertenece a la Iglesia ortodoxa; y la comunidad católica, tanto griega como latina, es viva y activa”, dijo, para señalar a continuación que “la unidad entre todos los cristianos, aún no siendo plena, se basa en el único bautismo y está sellada por el sufrimiento y la sangre derramada durante la persecución bajo un régimen ateo”.
En su catequesis, el Papa recordó que durante su estancia en Rumanía beatificó a siete obispos del país martirizados durante los años del régimen soviético. Uno de ellos es Monseñor Iuliu Hossu, quien durante su tiempo en prisión escribió: “Dios nos ha mandato en estas tinieblas del sufrimiento para perdonar y rezar por la conversión de todos”. Para Francisco estas palabras, escritas en medio de las “tremendas torturas que sufrió”, suponen un “testimonio de misericordia”.
Al final de la audiencia, el Pontífice recordó que el próximo sábado, 8 de junio, se cumplen cinco años del encuentro de oración por la paz entre Israel y Palestina celebrado en el Vaticano. Con este motivo a las 13:00 horas tendrá lugar un “minuto por la paz”, promovido por Acción Católica Internacional, para el que pidió “oraciones y reflexiones” con el objetivo de conseguir “un mundo más fraterno”.