Francisco: “¡Cómo me gustaría que se reconociese a la Iglesia por su misericordia, humanidad y ternura!”

  • En la vigilia de Pentecostés, el Papa advierte de “los proyectos humanos al servicio de un ‘yo’ cada vez más grande”
  • El Pontífice exhorta a escuchar “los gemidos de la creación” que anuncian el nacimiento “de un mundo nuevo”

papa francisco en vigilia pentecostes 8 junio 2019

Vigilia de Pentecostés en la plaza de San Pedro. Alrededor de 50.000 fieles de la diócesis de Roma y peregrinos llegados de todos los rincones del planeta participan en la solemne ceremonia que precede al último día de Pascua. Una ligera brisa acompaña a la multitud en una tarde que ya preanuncia el verano. Por los contornos de la plaza, turistas de diversas lenguas y ajenos a la celebración, solo atentos a la historia de las piedras, ajenos a la “matriz” de cuanto está aconteciendo, siguen sus propios planes. Una matriz que reseña el papa Francisco en su homilía y que tiene su origen en el Espíritu Santo, que “brota del vientre de Jesús, de su costado atravesado por la lanza, y que lava y fertiliza a la Iglesia”. 

Una Iglesia que quiere que tenga “una matriz de  misericordia”, enfatiza el Papa. “¡Cómo me gustaría que la gente que vive en Roma reconozca a la Iglesia, que nos reconozca por esto más de misericordia, por esto más de humanidad y ternura, que tanto se necesita!”, una Iglesia donde “te sentirás como en casa, el ‘hogar materno’ donde siempre eres bienvenido y donde siempre puedes volver. Ella siempre se sentiría bienvenida, escuchada, bien interpretada, ayudada a dar un paso adelante en la dirección del reino de Dios… Como una madre sabe cómo hacerlo, incluso con sus hijos ya crecidos”, señaló sentidamente Jorge Mario Bergoglio.

Es muy consciente el Papa de que también hoy existen aquellos proyectos humanos que intentan construir “una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo”, proyectos “al servicio de un ‘yo’ cada vez más grande y hacia un cielo donde ya no hay espacio para Dios”, aunque él nos permita hacerlo durante un tiempo para que “que podamos experimentar hasta qué punto del mal y la tristeza podemos llegar sin Él”.

La primacía del Espíritu

Sin embargo, Francisco señala que lo que están celebrando en este momento, todos juntos en esta ceremonia, y en esta vigilia, no es otra cosa que “la primacía del Espíritu, que nos hace mudos ante la imprevisibilidad del plan de Dios, y luego nos sobresaltamos con alegría”.

Estando atentos al gemido de la gente, “a los dolores de parto” de la ciudad y al “gemido de la creación”, caeremos en la cuenta, como señaló el Papa, de que “no son más que el gemido del Espíritu mismo: es el nacimiento del nuevo mundo. Dios es el Padre y la madre, Dios es la partera, Dios es el gemido, Dios es el Hijo engendrado en el mundo y nosotros, la Iglesia, estamos al servicio de este nacimiento”.

Escuchar las necesidades de los hermanos

En ese sentido, Bergoglio invitó a “tomar el Espíritu de la mano y lo traigamos al corazón de la ciudad para escuchar su clamor, su gemido”, para lo cual tenemos que dejar que el Señor “nos tome de la mano y nos haga ‘bajar’ entre los hermanos que viven en nuestra ciudad, para escuchar su necesidad de salvación, el grito”.

 “Se trata de abrir ojos y oídos, pero sobre todo el corazón, escuchar con el corazón. Entonces realmente nos pondremos en marcha. Luego sentiremos dentro de nosotros el fuego de Pentecostés, que nos impulsa a clamar a los hombres y mujeres de esta ciudad que su esclavitud ha terminado y que es Cristo el camino que conduce a la ciudad del Cielo”, concluyó el Papa su homilía.

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