Durante el mes de junio de 2018, cuando la tragedia del Aquarius era un tema candente, se viralizó en las redes sociales italianas una imagen de san Juan Pablo II. A la foto del papa Wojtyla le acompañaba una frase escrita en su exhortación apostólica ‘Ecclesia in Europa’, en la que el Papa hacía alusión a la necesidad de que las autoridades ejercieran un control sobre la inmigración.
“Es responsabilidad de las autoridades públicas ejercer el control de los flujos migratorios, considerando las exigencias del bien común. La acogida debe realizarse siempre desde el respeto a la ley y conjugarse, cuando sea necesario, con la firme represión de los abusos”, reza el texto. Ya entonces el diario italiano Avvenire alertaba sobre que la frase “estaba descontextualizada” y que no reflejaba la opinión del predecesor de Benedicto XVI. Ahora, cuando justo se cumple un año de esta advertencia, el viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, ha vuelto a compartir la misma imagen en su cuenta de Twitter.
De esta manera, en un momento en el que el Sea Watch – al que Salvini ha negado la entrada a aguas italianas con 53 migrantes a bordo – se encuentra en una situación similar a la que se vivió hace un año con el Aquarius. Salvini no solo reafirma sus convencimientos políticos respecto a la migración con palabras de san Juan Pablo II, sino que, además, fomenta la difusión de una imagen que, a priori, enfrenta la postura de este Papa frente a la de Francisco.
Precisamente, Jorge Mario Bergoglio se ha mostrado, en numerosas ocasiones, preocupado por el fenómeno de la “desinformación” o decir sólo lo que al transmisor del mensaje le conviene y que es tan común en las redes sociales, sobre todo cuando tratan temas de los que depende, de forma directa, la seguridad y la dignidad de las personas.
Y es que, el texto completo de ‘Ecclesia in Europa’ muestra, de manera certera, que las opiniones de ambos papas con respecto a la acogida de migrantes son muy similares. De hecho, en la exhortación apostólica puede leerse que “todos debemos esforzarnos por el crecimiento de una cultura madura de aceptación, que teniendo en cuenta la igual dignidad de cada persona y la debida solidaridad con los más débiles, requiere que cada migrante sea reconocido con derechos fundamentales”.
“Frente al fenómeno migratorio”, continúa el texto, “está en juego la capacidad de Europa para dar espacio a formas de hospitalidad inteligente y acogida. Es la visión ‘universalista’ del bien común lo que lo requiere: necesitamos abrir nuestra mirada para abarcar las necesidades de toda la familia humana”. Además, señala que la globalización “exige la apertura y el intercambio, si no quiere ser raíz de exclusión y marginación, sino la participación conjunta de todos en la producción y el intercambio de bienes”.
Estas palabras del papa Wojtyla son bastante similares a la postura defendida por Francisco en su discurso ante el Cuerpo Diplomático en enero de 2017, en las que defendía un “compromiso común con los migrantes, los refugiados y los desplazados, que les permita recibir una bienvenida digna, lo cual implica saber combinar el derecho de todo ser humano a emigrar a otras comunidades políticas y establecerse en ellas, con garantizar, al mismo tiempo, la posibilidad de integrar a los migrantes en el tejido social en el que se insertan”.
Por otro lado, Francisco subrayó que “los propios migrantes no deben olvidar que tienen el deber de respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países en los que son bienvenidos”. Por este motivo, “un enfoque prudente por parte de las autoridades públicas no implica la implementación de políticas de cierre hacia los migrantes, sino evaluar con prudencia y previsión en qué medida es capaz el país, sin afectar el bien común de sus ciudadanos, de ofrecer una vida digna a los migrantes, especialmente a aquellos que realmente necesitan protección”.