“La Eucaristía no puede reducirse a un mero signo de comunión fraterna, de manera que se piense que, en el corto espacio de media hora, y poco más, de celebración consiste precisamente el misterio eucarístico”. Así lo ha remarcado hoy el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, durante la misa del Corpus Christi. En una abarrotada catedral, han concelebrado junto a Rodríguez el secretario de la Congregación para el Culto Divino, Arthur Roche; y el secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apóstolica, José Rodríguez Carballo.
El también primado de España ha insistido en el necesario espíritu de adoración: “Solamente en un clima de adoración, la celebración eucarística puede tener también vitalidad; solamente cuando la casa de Dios y también la comunidad en pleno está continuamente imbuida de la presencia de Dios, que nos espera y demuestra silenciosa disponibilidad para respondernos, puede la invitación a la asamblea encaminarnos a la hospitalidad de Jesucristo y de la Iglesia”.
Rodríguez ha continuado con el sentido profundo de la adoración ecuarística: “Reducida la Eucaristía al instante de la acción sagrada se convierte en una minúscula isla temporal, al margen del resto del día, el cual permanece en su totalidad abandonado a la profanidad, al ajetreo de nuestras actividades y deseos mundanos”.
Del mismo modo, el prelado ha expuesto la unión inseparable entre comunión y adoración. “Comulgar, en efecto, significa entrar en comunión. Comulgar con Cristo significa tener comunidad con Él. Por este motivo, comunión y contemplación se encuentran mutuamente implicadas: una persona no puede comulgar con otra persona sin conocerla; tienen que estar abierta a ella, escuchándola y verla. El amor de amistad lleva siempre consigo también el momento de respeto, de la veneración. No podemos comulgar sacramentalmente, si no lo hacemos también personalmente”.
Durante su homilía, Rodríguez ha invitado a todos los presentes a vivir intensamente este día eucarístico por antonomasia: “Es día de gozar de la presencia del Señor, de adorar su designio, de recibir su gracia. La Eucaristía es alimento de los peregrinos que se convierte en fuerza incluso para quien está cansado, extenuado y desorientado. Participando de la Eucaristía, vivimos de modo extraordinario la oración que Jesús hizo y hace continuamente por cada uno de nosotros a fin de que el mal, que todos encontramos en la vida, no llegue a vencer y obre en nosotros la fuerza transformadora de la muerte y resurrección de Cristo”.
Por otro lado, el arzobispo de Toledo ha realizado también su tradicional alocución en la plaza de Zocodover tras la procesión a la que ha asistido el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page. En su discurso ha insistido en la cercanía de Jesús-Eucaristía: “Hoy, en esta plaza, esta expresión de su cercanía debe penetrarnos de nuevo el alma: Dios está cerca, Dios nos conoce. Dios nos espera en Jesucristo, en el Santísimo Sacramento”.
Asimismo, ha pedido a lanzado una petición a los asistentes: “No pasemos de largo, por nuestra distracción y nuestra pereza, ante lo más importante y grandioso que se ha ofrecido a nuestra vida. Estamos ante este misterio admirable que no pueden encerrar los muros de nuestros templos. Pero tampoco pasemos descuidadamente de largo por ellos; entremos en nuestras iglesias al pasar y permanezcamos un rato ante el Señor, que está tan cerca como aquí en la Custodia”.
Del mismo modo, ha proseguido subrayando la importancia que ocupa el sacramento eucarístico en los templos. “Nuestras iglesias no deberían ser casas muertas, vacías y aparentemente sin ninguna finalidad. Siempre sale de dentro de ella una invitación de Jesucristo. Lo más hermoso de las iglesias católicas es, precisamente, que en ellas siempre, de alguna forma, hay liturgia, porque en ellas siempre mora la presencia eucarística del Señor”.
Y ha proseguido subrayando la importancia que ocupa el sacramento eucarístico en los templos: “Nuestras iglesias no deberían ser casas muertas, vacías y aparentemente sin ninguna finalidad. Siempre sale de dentro de ella una invitación de Jesucristo. Lo más hermoso de las iglesias católicas es, precisamente, que en ellas siempre, de alguna forma, hay liturgia, porque en ellas siempre mora la presencia eucarística del Señor.”
Además, ha insistido en la unión insoslayable entre el hombre y Dios. “Desligando al hombre de Dios, se ha terminado por desligar de la ética muchas parcelas del quehacer humano: ciencia, comunicaciones sociales, economía, política. Simultáneamente se ha do desligando el saber de la verdad, el trabajo de la realización de la persona, el progreso de la justicia social, el sexo del amor y de la procreación”, ha señalado.