La primera vez que Justino Sarmento Rezende y tres compañeros manifestaron su inquietud por la vida sacerdotal, recibieron una respuesta lapidaria: “Ser padre no es para indígenas”. En su memoria permanece fresco el recuerdo de aquella vez en que un padre salesiano visitaba su aldea y se esforzaba por catequizar a los adultos en lengua portuguesa sin mayores resultados, pues “ellos [los indígenas] no entendían casi nada”. “Yo miraba aquella escena y pensaba que podría ser padre y, de este modo, evangelizar en lengua tuyuka”. Dos años después del ‘primer desaire’ vocacional, Justino se animó a manifestar nuevamente su interés por el sacerdocio. Y en 1994 fue ordenado en Pari-Cachoeira. Actualmente participa activamente en la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) de cara al próximo Sínodo de octubre.
PREGUNTA.- En el camino de preparación al Sínodo, la REPAM ha liderado una amplia consulta entre los pueblos de la Amazonía. ¿Cuáles son los ‘clamores urgentes’ que la Iglesia necesita escuchar?
RESPUESTA.- A mi manera de ver, los clamores de los pueblos indígenas apuntan, en primer lugar, a que sean reconocidos como pueblos diferentes y específicos por los gobernantes, por la política nacional e internacional, superando los prejuicios, la falta de respeto, la discriminación y la exclusión social históricamente constituida hace más de 500 años.
Hay un segundo clamor: reconocer y respetar sus derechos, vivir con tranquilidad en sus territorios demarcados, desarrollar sus trabajos, vivir sus culturas en los lugares sagrados de sus ancestros.
Asimismo, uno de los grandes clamores de los pueblos indígenas es con relación a la propia Iglesia católica: que sea capaz de confiar y apostar por estos pueblos, confiándoles servicios y ministerios eclesiales. La Iglesia con rostro indígena pasa por la mudanza profunda de las actitudes. De lo contrario, continuarán las dificultades que hemos percibido durante más de cinco siglos de evangelización.
P.- ¿Cuáles son los nuevos caminos que la Iglesia necesita recorrer?
R.- Como voz profética la Iglesia debe posicionarse del lado de lo más débil, de lo más pobre, de los pueblos indígenas, ribereños, quilombolas, de la madre Tierra, de los territorios indígenas; posicionarse eficazmente contra los poderosos que los matan e invaden sus territorios.
Para recorrer nuevos caminos a partir del Sínodo para la Panamazonía, la Iglesia debe apostar por las capacidades y sabidurías de los pueblos amazónicos, de los pueblos indígenas, de las mujeres dentro de la propia Iglesia. De este modo será posible recorrer caminos de confianza y respeto, compromiso y amistad, confianza mutua entre la jerarquía y los pueblos amazónicos.
P.- ¿Esto implicaría repensar la cuestión de los ministerios?
R.- Los ministerios que se originan dentro de cada cultura amazónica e indígena pueden ser reconocidos y valorados como ministerios eclesiales, ministerios extraordinarios y ministerios ordenados. Los ministerios eclesiales extraordinarios y ordenados no pueden ser solamente para superar las distancias y la carencia de ministros, sino que debe ser el resultado de una nueva forma de ser Iglesia en la Amazonía, de alteridad, de eclesialidad. Con certeza la Iglesia necesitará estudiar las teologías de los pueblos de la Amazonía, de los pueblos indígenas; estudiar las espiritualidades, conocer las prácticas religiosas. La Iglesia saldrá enriquecida. Entonces se tornará una Iglesia con rostro amazónico e indígena.