Al comenzar su homilía, el papa Francisco invitó a que “reflexionemos cuidadosamente sobre la alta responsabilidad eclesial a la que está llamado este hermano nuestro”. Varios obispos y muchos sacerdotes, sobre todo salesianos, presentes en la basílica eran invitados a esa reflexión.
Luego de recordar que Jesús envió a los doce, y ellos “con la imposición de las manos, les transmitieron (a sus colaboradores) el don del Espíritu recibido de Cristo, que les confirió la plenitud del sacramento del Orden”, Francisco recordó que “a través de la sucesión ininterrumpida de obispos en la tradición viva de la Iglesia, este ministerio primario ha sido preservado y la obra del Salvador continúa y se desarrolla hasta nuestros días. En el obispo, rodeado de sus sacerdotes, está presente en medio de vosotros el mismo Señor nuestro Jesucristo, sumo sacerdote para siempre”.
“Es Cristo, de hecho, agregó el Papa, quien en el ministerio del obispo continúa predicando el Evangelio de la salvación, es Cristo quien continúa santificando a los creyentes a través de los sacramentos de la fe. Es Cristo quien en la paternidad del obispo hace crecer su cuerpo, que es la Iglesia, con nuevos miembros. Es Cristo quien, con la sabiduría y la prudencia del obispo, guía al pueblo de Dios en la peregrinación terrena hacia la felicidad eterna”.
Un servicio, no un honor
Dirigiéndose al nuevo obispo le dijo: “en cuanto a ti, queridísimo hermano elegido por el Señor, nunca te olvides de tus raíces, de tu madre, de tu familia- tus raíces. Refleja que has sido elegido de entre los hombres y para los hombres, has sido constituido en las cosas que conciernen a Dios. Porque “Episcopado” es el nombre de un servicio, no de un honor. El obispo es más responsable del servicio que de la dominación, según el mandamiento del Maestro: “Quien sea el más grande entre vosotros que sea como el más pequeño. Y quien gobierna, que sea como el que sirve”. El obispo es un siervo, pastor, padre, hermano, nunca un mercenario”, afirmó el Papa.
Le pidió también estar cerca de sus sacerdotes y diáconos: “Cerca de los sacerdotes: ¡muy cerca! Que cuando te busquen te encuentren inmediatamente, sin burocracia: directamente. Pero también sé cercano a los pobres, a los indefensos y a todos los que necesitan acogida y ayuda. Exhorta a los fieles a cooperar en el compromiso apostólico y escúchalos de buena gana”.
Al finalizar le señaló su servicio universal en la Iglesia: “Recuerda que, en la Iglesia católica, reunidos en el vínculo de la caridad, estás unidos al Colegio Episcopal y debes llevar en ti la solicitud de todas las Iglesias, ayudando generosamente a los más necesitados”. Al concluir le expresó: “Y vela con amor sobre todo el rebaño, permanece despierto; vela este rebaño que el Espíritu Santo te pone para dirigir la Iglesia de Dios”.
Salesiano, nació en Argentina
Alberto Lorenzelli nació en Isidro Casanova, provincia de Buenos Aires – Argentina, el año 1953. Su familia regresó a Italia a los pocos años por lo que sus estudios los hizo en Europa. Ingresó al noviciado salesiano en 1972, en Pinerolo, Italia. Allí profesó sus primeros votos el 24 de septiembre de 1973. Ingresó al Seminario Mayor en Fassolo, Génova. Profesó los votos perpetuos el 15 de septiembre de 1977, en San Callisto, Roma, donde también fue ordenado sacerdote el 24 de enero de 1981.
Es Licenciado en Teología en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, Bachiller en Filosofía y en Ciencias de la Psicología en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma. Desde marzo de 2012 hasta enero del 2018 fue Inspector de la Inspectoría Salesiana de Chile. Actualmente era director de la Comunidad Salesiana presente en el Vaticano.
Ha sido destinado como obispo auxiliar del actual Administrador Apostólico de Santiago, Celestino Aós.