Juan Vicente Boo, el corresponsal de ABC en el Vaticano, ha publicado ‘33 claves del Papa Francisco’ (San pablo, 2019), el tercer libro sobre el pontificado de Bergoglio tras los exitosos ‘El papa de la alegría’ (2016) y ‘Píldoras para el alma’ (2017). La obra supone una recopilaciones de las colaboraciones del veterano periodista en el semanario ‘Alfa y Omega’ durante 2017 y 2019, definidos desde el subtítulo del libro como los años más duros de este pontificado.
Un líder espiritual
PREGUNTA.- Tras ‘El papa de la alegría’ (2016) y ‘Píldoras para el alma’ (2017) con los tweets del Francisco, este libro recoge 33 claves de interpretación del pontificado actual. ¿Qué retrato ha dibujado del Papa que los cardenales fueron a buscar al fin del mundo?
RESPUESTA.- Un papa es, ante todo, un líder espiritual. Digamos que su “core business” o su razón de ser es favorecer la santidad de los fieles cristianos. La estructura eclesiástica –las diócesis, conferencias episcopales, el Vaticano– no es un modelo: nuestro modelo son las santas y los santos.
Y ese aspecto de Francisco se refleja nada menos que en siete de las claves, desde “Lavar los pies”, referido a la ceremonia del Jueves Santo en las cárceles, hasta “La paz interior” o “La reforma del corazón”, que es su verdadero objetivo.
Uno de los motivos por los que muchos cardenales decidieron votarle aparece en un anexo cada vez más revelador: su brevísimo discurso en el pre-cónclave. Les dijo que “cuando la Iglesia no sale a evangelizar se vuelve autorreferencial y se enferma”, y proponía a todos que el próximo papa “la ayude a ser madre fecunda que vive la dulce y confortadora alegría de evangelizar”. Decidieron encargárselo a él.
Entenderme desde dentro
P.- Estas reflexiones, publicadas en Alfa y Omega, son algo más que las crónicas de un pontificado. ¿Cómo se ha situado para ofrecer estas perspectivas?
R.- En realidad son perfiles que componen cuatro cuadros diferentes pero complementarios: la personalidad y líneas de acción del Papa, los problemas internos de la Iglesia, las agresiones externas y el complejo mundo en que nos movemos, desde las guerras, hasta la transición del Islam.
Respecto al papa Francisco, he seguido una “pista” que dio una vez Juan Pablo II: “Muchos han intentado entenderme desde fuera, pero a mí solo se me puede entender desde dentro”. Yo he intentado ver cada tema con los ojos de Francisco, y explicarlo con esa óptica interna suya junto a la mía de observador externo.
P.- El subtítulo, “los años duros” hace referencia al periodo de los artículos (2017-2019), ¿qué ciclo puede comenzar a partir de ahora?
R.- El Papa está desarrollando una actividad y un empuje muy superior a lo que se podía esperar a sus 82 años. Tengo la corazonada de que los próximos dos años van a ser “los años decisivos”: los que dejen resueltos varios problemas dolorosos como el de los abusos de menores y los que marquen un camino claro según uno de los “manuales” de referencia de Francisco: los Hechos de los Apóstoles, donde se ve el estilo de Pedro, el estilo de Pablo y el modo de actuar del Espíritu Santo.
Desafíos globales
P.- El gobierno, la misa, las críticas a Francisco, el buen humor, las víctimas o las vacaciones… pasan por el libro. ¿Hemos conocido ya del todo a Francisco?
R.- Sí y no. Le conocemos ya bastante bien en su estilo, prioridades y modo de evangelizar, pero creo que nos va a sorprender marcando objetivos muy ambiciosos en nuevos frentes como la “humanización” de la economía, la “paz justa” y el modo de responder a desafíos globales como la disrupción tecnológica, la inteligencia artificial y quizá en transhumanismo.
P.- El libro se abre con un intercambio de palabras con el papa Francisco en el que usted le agradece “su ejemplo de serenidad”, ¿es también una clave necesaria hoy en día?
R.- Le di las gracias por ese ejemplo de serenidad, justo un mes después de la “bomba fétida” sin precedentes lanzada por el ex-nuncio Viganò el último día del Encuentro Mundial de las Familias en Dublín y la campaña de bombardeo orquestada desde Estados Unidos. Me sonrió, hizo gesto de quitarle importancia y, señalando con el dedo índice hacia lo alto, me dijo: “Es un regalo que viene de arriba”.
Creo que lo mismo se puede aplicar a la asombrosa energía que despliega en los viajes internacionales, hasta el punto de dejar siempre “doblados” a todos los que le acompañamos.