Cultura

Por tres millones de euros, puedes hacerte con el retrato de Olimpia Maidalchini, la mujer que dirigió la Iglesia en el siglo XVII

  • Amante del papa Inocencio X (tras enviudar de su hermano), sus detractores la conocían como ‘la Papisa’
  • En 1650, Velázquez la inmortalizó para la Historia, aunque su cuadro se perdió durante tres siglos
  • Recuperado en Ámsterdam, Sotheby’s ha anunciado que lo sacará a subasta el próximo 3 de julio





Si ayer, en el 500º aniversario de su muerte en Ferrara un 24 de junio de 1519, recordábamos la controvertida figura de Lucrecia Borgia, hija del papa Alejandro VI, hoy avanzamos un siglo y nos situamos en 1650, cuando Diego Velázquez, en su segundo viaje a Roma, pintó un retrato de Olimpia Maidalchini Pamphili, amante de otro pontífice, Inocencio X. La obra se perdió en 1724 y, tras volver a la luz en Ámsterdam después de tres siglos desaparecida, Sotheby’s ha anunciado que la sacará a subasta el próximo 3 de julio. Ojo, a partir de tres millones de euros…

Aunque no tan conocida como la hija de Rodrigo Borgia, sobre Doña Olimpia se cierne una memoria igualmente oscura (y con muchos más visos de ser Historia y no leyenda), propia de una época en la que en la Iglesia dominaba la corrupción al más alto nivel. Tras enviudar de su hermano mayor, el cardenal Giovanni Battista Pamphili (luego Inocencio X) la convertiría en su amante, siendo ella, a la postre, la verdadera controladora de todo lo establecido por el Papa, por lo que muchos la conocían como ‘la Papisa’.

La gran fortuna de su época

De hecho, utilizó su influencia sobre él para aglutinar la gran fortuna de su época. Algo que consiguió con vías de más que dudosa moralidad: monopolizando la atención (y su consiguiente pago) a los peregrinos en el Año Santo de 1650 y convirtiéndose en la gran matrona de las prostitutas de Roma, cobrando por ello un millonario impuesto. Además, la ‘pareja papal’ no dudó a la hora de extender una amplia red de clientelismo, cobrando grandes sobornos por ello, y de llenar muchos de los espacios de decisión de la Santa Sede con miembros de su familia.

Con su habitual maestría, Velázquez, que también pintó entonces el legendario ‘Retrato de Inocencio X’ (cuya mirada refleja su avariciosa sed de poder), nos dejó para la Historia su visión de Doña Olimpia en el cuadro conocido popularmente como ‘Amante del Vaticano’. En él, su protagonista muestra sin disimulo su severidad . Y es que, en una institución dominada por los hombres (y mucho más en el siglo XVII), el que una mujer ejerciera de auténtica gobernante en la sombra requería una autoridad sin parangón.

Exilio y muerte por peste

Su caída en desgracia llegó en 1655, con la muerte de Inocencio X. Sus potentes enemigos en la Curia la persiguieron sin piedad, debiendo marchar al exilio, muriendo al a los dos años de peste en San Martino, donde había recibido el título de princesa.

La periodista estadounidense Eleanor Herman, autora de la principal biografía de Olimpia Pamphilj, ‘Mistress of the Vatican’, la retrata así: “La mujer más poderosa y notoria de su tiempo, Olimpia Maidalchini fue una estrella del rock del Barroco. Mujeres de todo el mundo católico se reunieron en Roma a las puertas de su palacio para vitorearla al paso de su carruaje. No podían creer que una mujer de orígenes modestos hubiese alcanzado estas alturas, dirigiendo la nación de los Estados Pontificios y la Iglesia católica, una institución en la que las mujeres no estaban autorizadas a tener ningún poder”.

Por cierto, un último dato de interés histórico: la bisabuela de Inocencio X era… Lucrecia Borgia.

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