Como conclusión al Pliego elaborado para Vida Nueva con motivo del centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, Fernando Cordero ofrece un ‘Decálogo de la Iglesia con el corazón abierto de par en par’ en pleno siglo XXI.
1. Maestra de silencio y escucha, de caminos de interioridad y de oración profunda en el laberinto de la vida. Casa de Belén, pueblo de Emaús, cenáculo de puertas abiertas.
2. Compañera de camino, sanadora de heridas y experta en integrar a los desplazados de las periferias, en un movimiento sinodal que armoniza el puzle de la historia del pueblo peregrino.
3. Hogar donde conviven los amigos de Dios y hermanos unos de otros, con un diálogo que une corazones y diseña puentes que aúnan deseos de humanidad reconciliada. Pueblo en humilde búsqueda, sin presumir de saber las respuestas a todos los interrogantes, barruntando los desafíos al aire del Espíritu.
4. Chispa luminosa que salta con la alegría del Evangelio. Torrente que brota del que traspasaron en la cruz que, al amar hasta el extremo, nos muestra en sus heridas la pasión de quien se entrega hasta el final. Ahí hallamos el regalo de María, nuestra compañera de camino.
5. Pecho donde se recuestan los que requieren reposo, consuelo y buen descanso para sus múltiples dolores (cfr. Mt 11, 28-30).
6. Cristal que transparenta el hogar cálido de Betania, con puchero sabroso y veinticuatro horas de disponibilidad.
7. Plaza de libertad, que posibilita transitar con un estilo de vida más austero y contracultural, cimentado en lo esencial, desprovisto de infinidad de cosas que enredan la mente y paralizan la acción.
8. Comunidad convaleciente y terapeuta, en la onda de Jesús y, por tanto, de las bienaventuranzas, nos remite a aquellos que, en la puerta de al lado, viven la coherencia del sueño del Mesías, sin ideologías, con la fuerza del “sí”.
9. Rincón del perdón sin condiciones, junto a la cruz ha aprendido a ponerse en el lugar del que sufre e intenta “reparar” tanto daño como padecen los descartados y olvidados, los “sin nombre” de nuestro mundo y los refugiados sin rumbo esperanzado.
10. Mesa o mantel extendido en la pradera, donde se comparte el pan y se riega con vino de Caná, en la actitud vigilante y atenta de María, hasta que llegue el gran banquete de bodas.