El próximo jueves, 4 de julio, el papa Francisco mantendrá una audiencia a las 13:15 horas en el Palacio Apostólico del Vaticano con el presidente ruso, Vladímir Putin. Será el tercer encuentro entre ambos después de los que mantuvieron el 25 de noviembre de 2013, ocho meses después de la elección de Jorge Mario Bergoglio como obispo de Roma, y el 10 de junio de 2015, cuando estuvieron hablando durante unos 50 minutos.
Después de que el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, descartara a principios de junio la posibilidad de que Putin vaya a invitar al Pontífice a su país, lo que supondría un evento nunca antes acontecido en la historia, la agenda del encuentro estará marcada por el delicado pulso político que mantienen Rusia y Ucrania, donde acaba de producirse una ruptura entre la Iglesia ortodoxa ucraniana y el Patriarcado de Moscú.
La audiencia tendrá lugar además la víspera de la cumbre de dos días convocada por Francisco en el Vaticano sobre la Iglesia greco-católica ucraniana. Se prevé que en esta cita participe el arzobispo mayor, Sviatoslav Shevchuk, así como los metropolitas y miembros del Sínodo permanente de esta comunidad cristiana. También estarán presentes los responsables de la Congregación para las Iglesias orientales y del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos.
En el diálogo entre el Papa y Putin “no faltarán” temas que son prioritarios para Francisco, como “el progreso de la paz, la protección de la casa común y la defensa de la creación”, explicó en una entrevista con Vatican News, el portal de noticias oficial de la Santa Sede, Paolo Pezzi, arzobispo Metropolitano de la Madre de Dios en Moscú y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de la Federación Rusa.
Pezzi consideró que la posibilidad de que Putin invite al Papa a Rusia resultaría “deseable”, pero no creyó que sea una cuestión que el líder ruso tenga en su agenda. “Primero se necesita el consentimiento de la Iglesia ortodoxa”, dijo, destacando cómo la contribución de Moscú resulta “esencial para la paz”.