“O nos ponemos en misión o corremos el riesgo de caer en un cristianismo sociológico”. Así se ha referido el obispo auxiliar de Bangassou (República Centroafricana) a la situación de la Iglesia y, concretamente, en África, durante la mesa redonda ‘Carisma. Instituciones de las órdenes religiosas creadas para la Misión’, celebrada hoy, 2 de julio, en el marco de la 72 Semana Española de Misionología.
En la mesa redonda han participado, además, Amaya Modrego, mercedaria misionera de Bérriz en R. D. Congo y Alberto de la Portilla, coordinador internacional de laicos combonianos, y han expuesto las experiencias, dificultades y nuevos retos que se presentan para el futuro de las misiones en el continente africano.
“En Bangassou llevamos 90 años de misión”, ha explicado Ruiz, quien ha señalado el “asalto a África” que se produjo, por parte de las congregaciones religiosas, entre 1900 y 1990. “La misión en África central entra a través de la colonia, con todo lo que tiene esto de negativo”, como por ejemplo “el colonialismo francés del África central, que fue catastrófico”.
“La rueda de recambio”
Sin embargo, la Iglesia autóctona “ha crecido”, llegando a una ruptura con la europea, que “en los últimos 25 años se ha ido retirando”. “Ha sido un desgarrón que se ha producido porque la Iglesia autóctona lo que quiere es que se le deje espacio”, ha subrayado, ante lo cual el obispo de Bangassou defiende una “espiritualidad de la rueda de recambio”, es decir, “una vez les hemos enseñado a conducir, hay que dejarles manejar el coche y ser ruedas de repuesto para cuando lo necesiten”.
“Si la iglesia africana misionera no se abre a la misión, no tendrá futuro”, ha dicho el prelado. Sin embargo, uno de los “mayores retos” a los que se enfrenta esta Iglesia “es el clericalismo”, ya que se trata de una “sociedad jerárquica en la que el clericalismo es muy fuerte”. Por eso, uno de los primeros pasos, a ojos de Ruiz, es “formar a un laicado competente que opte por las periferias y los grupos minoritarios”. Otro aspecto fundamental es el de trabajar en la “inculturación del evangelio, en lo que está todo por hacer”, ya que, aunque en Europa pueda sorprender, “el tema de la brujería es muy importante, porque deja cientos de personas mueren cada año por ella, ante lo cual una inmersión del evangelio en la cultura es esencial”.
Ruiz ha tratado también el tema de las migraciones. Porque, si bien el obispo apoya una Iglesia africana misionera con la misma África, lo cierto es que “el norte atrae” a todo el continente, y esto hace que “igual que la emigración mira hacia Europa, la iglesia africana también”. Por último, ha recalcado la necesidad de “anunciar el evangelio” trabajando por “la justicia y la paz”, ya que, de lo contrario, se está evangelizando en un territorio donde “un tercio de la población ha sido desplazada y llevan así 6 o 7 años” y esto genera conflictos. Además, el “tema ecológico” está muy presente por los actos de las multinacionales, sobre todo, rusas y chinas. “Han metido a la cárcel a un carmelita por denunciar que las empresas chinas han desviado los ríos para buscar diamantes”, ha apuntado.
“Escuchar el grito del pueblo”
Esta situación difícil y de conflictos fue también la que se encontró Amaya Modrego en su llegada a R.D. Congo en 2003. “Te ves inmerso en la realidad de un pueblo que está en una situación límite de manera permanente, al extremo de su capacidad de resistencia”. Por este motivo, en definitiva, el objetivo de los misioneros no es otro que el de “escuchar el grito de ese pueblo, que grita por una vida más digna, y también tiene sed de Dios”.
La presencia de las misiones allí “no es tanto la de hacer, sino la de ser hermana y compañera, una más con ese pueblo y esa Iglesia, vivir lo cotidiano y experimentarlo como sacramento de comunión”. Pero, también, “experimentar el milagro de Dios, que nos sostiene a nosotros y a un pueblo que, a pesar de todo, no pierde la fe”.
Por su parte, Alberto de la Montilla ha analizado la propuesta misionera de Daniel Comboni, comparándola con la de la carta apostólica Máximum Illud, de la cual se celebran 100 años en 2019. “Comboni no olvida el papel de las religiosas, llegando, incluso, a afirmar que la hermana de la caridad en África hace lo que tres sacerdotes en Europa”, ha dicho de la Montilla. Y es que “Comboni le da muchísima importancia a la mujer”, de la misma manera que a los laicos.
“Es necesario resaltar la importancia de la colaboración de todos los fieles en la oración, la vocación misionera y la limosna”, ha señalado, pero también de reflexionar acerca de “los nuevos paradigmas de misión, que requieren la colaboración entre los distintos carismas”. Pero, también, sobre que “el concepto de la misión va desapareciendo” para dejar paso a uno más abierto a que todo “sea misión”, a seguir el llamado de Francisco a “partir a las fronteras, también existenciales”, que pueden estar muy cercanas físicamente.