“El papel principal de la Iglesia ante las complejas situaciones causadas por los conflictos es ser testimonio de esperanza cristiana. Una esperanza que nunca decepciona, que no da paso al desaliento y que, iluminada por la luz de Cristo, hace que la resurrección y la vida brillen incluso en las noches más oscuras del mundo”. Con estas palabras se ha dirigido el papa Francisco hoy, 5 de julio, a los miembros del Sínodo Permanente de la Iglesia greco-católica de Ucrania, a quienes ha recibido en el Vaticano.
El Papa se ha dirigido así a los presentes, recordando que Ucrania “ha vivido durante mucho tiempo una situación difícil y delicada”, debido a un conflicto donde “el más débil y el más pequeño pagan el precio más alto” pero, sobre todo, “un conflicto agravado por falsificaciones de propaganda y diversos tipos de manipulación, incluido el intento de involucrar el aspecto religioso”.
Por eso, Francisco ha animado a los miembros del Sínodo a actuar, de manera prioritaria, como “pastores del pueblo santo de Dios”, para quienes la oración y la vida espiritual sea “lo primero”, ya que de este “encuentro con Jesús” brota “la hermosa fuerza de la paz que alivia las heridas e infunde valor, pero no agresión”.
“No se puede olvidar al hermano que sufre”
En este conflicto, “como en Getsemaní”, lo que Dios “pide a su pueblo” es que “vigile y ore”, no que “se defienda, y mucho menos que ataque”, ya que “solo estas respuestas cristianas salvan de la espiral mundana de la violencia”. En este contexto, la labor de la Iglesia es llevar a cabo su misión pastoral, de manera primordial, a través de la cercanía.
“Lo que el Señor les había pedido a sus apóstoles esa noche, que permanecieran cerca de él y que vigilaran, hoy se lo pide a sus pastores”, ha subrayado el Papa, “que estén con la gente, vigilando al lado de los que pasan la noche del dolor”. Y es que “la proximidad de los pastores a los fieles es un canal que se construye día a día y que trae el agua viva de la esperanza”.
El Papa ha animado también a que las iglesias sean lugares “donde la puerta siempre esté aberta” y donde “se recibe consolación y estímulo” pero, sobre todo, donde “nunca se envíe a casa a alguien que necesita ser escuchado”. “Es muy importante estar cerca de todos y ser concretos, también para evitar el peligro de que una situación grave de sufrimiento caiga en el olvido general”, ha apostillado el Papa. “No se puede olvidar al hermano que sufre, de donde sea que venga”.
El papel de la sinodalidad
Para finalizar su intervención, Francisco ha recalcado la importancia de la sinodalidad, ya que solo a través de ella “la Iglesia puede ser entendida como una comunidad que camina junta” y que necesita “un importante intercambio interno”. De esta manera, la escucha, la corresponsabilidad y la participación de los laicos se convierten en aspectos esenciales de esta manera de entender la Iglesia.
“Escuchar es tanto más importante a medida que asciendes en la jerarquía”, pero, a su vez, “no podemos ser indiferentes a los errores de los demás sin intervenir de manera fraternal pero convencida, ya que nuestros hermanos necesitan nuestros pensamientos, nuestro aliento, así como nuestras correcciones, porque, precisamente, estamos llamados a caminar juntos”. “No podemos ocultar lo que está mal y seguir adelante como si nada hubiera pasado para defender nuestro buen nombre a toda costa”, ha subrayado el Papa.