Juan José Millás es probablemente el escritor español actual con mayor capacidad para ver el absurdo en las situaciones cotidianas. Por eso, sus novelas llevan con frecuencia hasta el límite mismo del surrealismo. En todo ello está esa capacidad para ver donde otros no alcanzamos ni siquiera a vislumbrar nada. Así es ‘La vida a ratos’ (Alfaguara), y así es nuestro rato en la vida con él.
PREGUNTA.- Empieza su nuevo libro preguntándose: “¿Soy un viejo?”. Y se responde: “Sí, coño, lo soy”. Y, sin embargo, dice que se ve como un muchacho…
RESPUESTA.- Yo de joven me sentía anciano y de mayor, a ratos, te sientes joven. El camino hacia la vejez no es lineal. A veces hay retrocesos, aunque lo único cierto es que siempre te mueres… la recompensa es que con 50 sueles estar mejor contigo mismo que con 30.
P.- Es el diario de tres años de vida de un personaje –llamado Millás–, que se muestra tan neurótico, divertido e hipocondriaco como solo nos mostramos cuando nadie nos ve. ¿Ha rentabilizado sus neuras?
R.- Posiblemente mi vida ha sido mi mejor argumento y hay un modo de ver mi obra como un conjunto de piezas autobiográficas, mejor o peor; más o menos metamorfoseadas. Pero no me extrañaría, aunque no soy del todo consciente de que el principal material de mis libros hubiera sido yo mismo, incluso en aquellas en las que el personaje estaba aparentemente más alejado de mí. Las obras más autobiográficas son aquellas en las que el protagonista no tiene nada que ver con el autor. (…)
P.- Ha escrito que “las mejores leyes son las que, sin existir, actúan”. ¿En España tenemos una ley que nos obliga a repetir la historia?
R.- No se debería repetir lo malo, por ejemplo, el sempiterno guerracivilismo, y el cainitismo que tenemos, aunque no estemos en guerra. Este es un país de trincheras, y lo lamento.
P.- Pero tenemos autoestima como sociedad. El padre Ángel me decía que éramos mejores, cada vez más…
R.- La realidad desmiente las palabras del padre Ángel, que están dichas con la mejor buena voluntad. No hay más que ver el último informe de Cáritas para darse cuenta en qué mundo vivimos. (…)