“Las nuevas orientaciones pastorales sobre China son adecuadas y pertinentes”

Una niña china, lee una biblia en misa

Tras firmarse meses atrás el acuerdo entre la Santa Sede y China para el nombramiento de obispos, en lo que ambas partes recalcaron que era el inicio de un largo camino, el último episodio se ha dado con el requerimiento de Pekín de que todos los sacerdotes se inscriban en el registro civil del clero. Para poner algo de luz, la Iglesia publicó el pasado 28 de junio unas Orientaciones pastorales.

Como explica en una nota Andrea Tornielli, responsable de contenidos de los medios vaticanos, en las Orientaciones se defiende que ha de imperar “la libertad de conciencia” de cada pastor, sin obligar a nadie a ratificar algo que considere que puede ir en contra de su vocación. Eso sí, se anima a “mirar hacia delante” en esta “nueva etapa”. En esta línea ha ido el secretario de Estado, el cardenal Parolin, que ha reconocido que “habrá momentos difíciles, pero se ha creado una cierta confianza mutua que podemos aprovechar para enfrentarnos a problemas futuros”.

En conversación con Vida Nueva, un misionero que conoce de primera mano la realidad china (pide no identificarse), valora las Orientaciones como “muy adecuadas y pertinentes”. A su juicio, “se muestra lo difícil que es para un sacerdote registrarse, pero no se condena, sino que se comprende a quien lo haga por el bien de la comunidad. Es un lenguaje muy distinto al que se usaba en tiempos de Pío XII respecto a quienes se adherían a la Asociación Patriótica Católica”.

Un salto de madurez

“Lo más difícil –prosigue– es firmar la adhesión al principio que el Gobierno ha promovido desde 1950 con las religiones y que consiste en que cada confesión ha de abastecerse de personal y no recibir extranjeros. Esto, que en China pareció un terrible golpe, en otros lugares ha sido una bendición. En India e Indonesia no aceptan misioneros extranjeros y ambas Iglesias están llenas de vida y de vocaciones, enviando a muchos misioneros a otros países”.

Otro principio fijado por Pekín para las confesiones es el de “proveerse económicamente, lo que obliga, por una parte, a vivir la pobreza de Cristo, y, por otra, a mantener a sus agentes pastorales, algo que viene desde los Apóstoles. Esto ayuda a que madure la Iglesia. Aunque no puede ser aplicado en forma tan estricta, porque también los apóstoles promovían la ayuda a Iglesias con estrecheces”.

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