El PGP no busca suplantar planes pastorales, sino ser luz para las diócesis mexicanas

  • El secretario técnico del Proyecto Global Pastoral habla sobre las bondades de la iniciativa al servicio de las 95 diócesis mexicanas
  • Llama a que no termine siendo un documento sobre el escritorio de obispos, sacerdotes y laicos

El PGP no busca suplantar planes pastorales, sino ser luz para las diócesis mexicanas

Cuando en febrero de 2016 el papa Francisco visitó México y conoció de primera mano la realidad del país, pidió a los obispos un plan pastoral ambicioso, exigente y serio. Fruto de aquella solicitud, hoy la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) cuenta con el Proyecto Global de Pastoral 2031-2033 (PGP), un instrumento que busca ser luz en el caminar de la Iglesia mexicana.

En entrevista para Vida Nueva, el padre David Jasso Ramírez, secretario técnico del “PGP 2031-2033: Hacia el encuentro de Jesucristo redentor, bajo la mirada amorosa de Santa María de Guadalupe, habla sobre los alcances de esta herramienta puesta al servicio de las 95 diócesis mexicanas, así como de los retos y obstáculos de su implementación a nivel nacional.

La voz del obispo

El PGP es la voz de los obispos que primerean, que dan el primer paso –como dice el papa Francisco en ‘Evangelii Gaudium’–, para que todo el pueblo de Dios dé el segundo; como cuando Pedro, en el pasaje de la pesca milagrosa, dijo: ‘voy a pescar’, y todos los apóstoles fueron con él”, asegura el sacerdote perteneciente a la Arquidiócesis de Monterrey.

El padre David Jasso explica que el PGP busca un rostro distinto de la Iglesia a partir de seis opciones pastorales: ser una Iglesia que anuncia y construye la dignidad humana; una Iglesia comprometida con la paz y las causas sociales; una Iglesia pueblo; una Iglesia misionera y evangelizadora; una Iglesia compasiva y testigo de la redención, y una Iglesia que comparte con los adolescente y jóvenes la tarea de ser un país lleno de esperanza, alegría y vida plena.

Recordó que este gran proyecto se circunscribe en un periodo de tiempo que abarca hasta el año 2031, con motivo del quinto centenario del Acontecimiento Guadalupano, y el 2033, cuando la Iglesia celebrará el segundo milenio de la redención cristiana.

Pero si bien el alcance es ambicioso, por lo pronto la Conferencia del Episcopado Mexicano ha establecido tres emergencias pastorales: migrantes, jóvenes y sacerdotes, prioridades que están incluidas en los 35 compromisos planteados en el PGP.

Tres años para darse a conocer

Los obispos del país no sólo quieren que este proyecto sea asumido con un espíritu de sinodalidad, sino que sea recibido y acogido con fe y esperanza. Y es que –explica el padre David Jasso– es un proyecto orientador e iluminador, que da pistas para el trabajo pastoral a las provincias y en las diócesis, pero también a las comisiones y dimensiones en sus diferentes niveles.

El trienio 2018-2021 ha sido definido por la CEM como un periodo privilegiado para la apropiación del proyecto; durante estos tres años “se espera que sea conocido y empiece a encontrar un camino de interacción con los planes de pastoral provinciales y diocesanos.

Muchas diócesis ya lo están aprovechando; “algunas han hecho asambleas diocesanas, semanas de estudio, encuentros con laicos y momentos de discernimiento a la luz del PGP”, dice.

El proceso en cada diócesis

El padre Jasso deja en claro que no se trata de atropellar ni de suplantar el camino pastoral de cada diócesis; al contrario, el objetivo es fomentarlo e iluminarlo, pues “el PGP es fruto de un examen de conciencia que los obispos hicieron, con una mirada contemplativa de la realidad, de una interpretación y discernimiento comunitario, y de un deseo de tener una Iglesia más viva y encarnada; en ese sentido, esas luces nos dan paz y alegría en el camino que las diócesis llevan.

Pero para que el PGP se aplique en todas y cada una de las diócesis debe haber un proceso que empieza con un diálogo entre la realidad de cada Iglesia particular con la mirada pastoral que ofrece el Proyecto Global, de tal manera que en ese diálogo e interacción los dos acontecimientos fundantes –es decir, los dos mil años de redención y los 500 años del Acontecimiento Guadalupano– puedan iluminar a las diócesis y provincias del país.

Un instrumento para el cambio de época

Consideró que el principal obstáculo que encuentra para la aplicación del PGP en México es que las personas no vean en la conversión personal, comunitaria y pastoral la oportunidad de crecer, de ser mejores y de “tener una Iglesia como la merecemos todos”.

“En la medida en que tengamos un corazón de piedra y no un corazón de carne; o en la medida en que no busquemos adaptarnos a la mentalidad de este cambio de época; en la medida en que no queramos ser testigos de la redención y no busquemos ser una Iglesia que anuncia y construye la dignidad humana, y nos cerramos en nosotros mismos y seguimos siendo presa del clericalismo o del descarte, pues desgraciadamente ningún plan ni ningún buen deseo tiene cabida”.

Finalmente, el padre David Jasso hizo votos para que el PGP “no termine siendo en un documento ahí sobre el escritorio de obispos, sacerdotes, laicos y personas de buena voluntad, sino que podamos hacerlo vida”.

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