La Fundación Educación y Evangelio, que aglutina a catorce centros católicos españoles con más de 7.000 alumnos y 600 profesores, cumple diez años bajo el paraguas de Escuelas Católicas. Y lo ha hecho a través de una jornada festiva en el colegio Corazón Inmaculado de Madrid, en el que han participado, entre otros, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, así como el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo. Entre los platos fuertes, una mesa redonda sobre el futuro de las fundaciones de la escuela católica.
La secretaria ejecutiva de la fundación Escuela Católica, Teresa Romo, considera que “los laicos tienen que dar una respuesta si queremos que la escuela católica en España perviva, sea con la fórmula de la fundación o con otro modelo. Tenemos que unirnos para repensar cómo lograrlo”.
Trabajar de forma conjunta
La responsable de la entidad veterana y más numerosa de este campo -22 colegios de 15 institutos- hizo un llamamiento a trabajar entre todas las fundaciones “a nivel de formación conjunta, de especialización. Es el tiempo de la unidad, de converger hacia un punto de ayuda entre nosotros”.
“Si volviera a nacer, sería religiosa del Sagrado Corazón, pero en este tiempo en la fundación hemos redescubierto que de poco sirve celebrar el día del fundador de cada congregación si en la base no está la identidad católica, a la que hay que aportar la peculiaridad católica de cada centro que es riqueza del Evangelio”, aporta Romo.
Mantener la espiritualidad
Arrate Larrañaga, de las hijas de Santa María de la Providencia, asegura que “el futuro de la escuela católica será a través de las fundaciones, donde los valores cristianos y evangélicos están presentes”.
Su congregación fue una de las primeras en formar parte de Educación y Evangelio a través del colegio Nuestra Señora de la Providencia de Alcalá de Henares. “Hasta ahora las congregaciones nos hemos bandeado, pero ante la disminución de vocaciones es la única salida”, defiende, sabedora de que hasta la fecha desde su experiencia “el centro mantiene nuestra espiritualidad, no me siento extraña cuando voy al colegio”.
“No tengo miedo a que el centro pierda algo de nuestro carisma, porque tenemos en común con los otros centros lo principal: Jesús de Nazaret. A partir de ahí, buscamos hacer de los chavales, hombres y mujeres libres, comprometidos con la sociedad”, añadió.
No regatear esfuerzos
Para Manolo Barahona, que ha estado desde sus inicios al frente de Educación y Evangelio, apostilla que “el futuro no está en las fundaciones, sino en las personas, la fundación es el instrumento para que las personas garanticen el futuro de la escuela católica”. El ex secretario general de la fundación reiteró que en estos diez años “nunca se han regateado esfuerzos” para sacar adelante a los colegios que la conforman, a los alumnos, a las familias y a los maestros.
En esta misma línea, José Manuel Cidad, director del colegio Nuestra Señora del Pilar en Jerez, considera que “la fundación es una estructura jurídica útil, pero no suficiente, en tanto que identidad. No queremos cualquier fundación, sino una fundación católica que tenga alma para ser fecunda”. El religioso marianista destacó el papel de los patronos a los que pidió “diligencia y lealtad”, siendo activo en el día a día de la entidad. Por otro lado, puso en valor como “la diferencia inicial de cada centro genera una riqueza no exenta de dificultades”.
¿Vendidos al mejor postor?
Sobre la mesa, también se abordó la cuestión de las entidades que buscan hacerse con el legado de la escuela católica. “Vivimos un momento complejo en materia educativa. Hace 25 años las congregaciones no vivíamos las mismas necesidades, incluso económicas, que hasta ahora y estamos viendo de qué nos tenemos que desprender. Cada congregación tendrá que hacer sus números. Hicimos estos colegios con mucho esfuerzo, pero salir adelante ahora a costa de venderlo al mejor postor, me cuesta entenderlo”, reflexionó Teresa Romo.
A renglón seguido advirtió de aquellos que se presentan con un cheque en blanco para quedarse con un colegio: “Confiemos primero en Escuelas Católicas y busquemos el futuro y el entendimiento en nuestra casa”. A esta realidad, sumó el hecho de que “no todos los colegios no van a pervivir en el tiempo, porque no hay niños suficientes”.