‘Los ñeros también tienen memoria’, la apuesta de la Iglesia por humanizar las calles de Colombia

  • Organizaciones eclesiales y sociales, con apoyo de la arquidiócesis de Bogotá, realizaron una jornada de atención a habitantes de calle
  • Gabriel Gutiérrez, organizador de la actividad, ha dicho que con el nuevo método de escucha y atención que han propuesto a las autoridades intervenir el fenómeno de habitabilidad de calle

‘Los ñeros también tienen memoria’, la apuesta de la Iglesia por humanizar las calles de

Con una gran tamalada y servicios de atención psicosocial, de salud, dotación de kit de higiene, asistencia jurídica y apoyo espiritual  a habitantes de calle, la fundación Callejeros de la misericordia, dirigida por el franciscano Gabriel Gutiérrez, junto a la secretaría de integración social de la alcaldía de Bogotá e instancias como pastoral social de la arquidiócesis, el Banquete del Bronx, organizaron la actividad “Los ñeros también tienen memoria” en el sector San Bernardo del centro de la capital colombiana, a propósito de los más de 3 años del desalojo del Bronx y con el objetivo de sensibilizar sobre el fenómeno de habitabilidad de calle.

A juicio de Gutiérrez, conocido también como fray Ñero, este desalojo del Bronx causó efectos contrarios, pues esta zona considerada alta de peligrosidad lo que hizo fue expandirse en toda la ciudad, por tanto con esta jornada buscan humanizar las calles porque “los métodos están fallando, algo está fallando en las organizaciones, en el Estado, en la iglesia para la atención de esta población”.

Conflicto de miseria y pobreza

En cuanto a esa necesidad de ‘cambiar el método’, el sacerdote sostiene que “la sociedad, las organizaciones y la Iglesia junto con el Estado debemos cambiar los imaginarios” y reconocer que este tema de habitantes de calle “está muy unido al conflicto de Colombia, al conflicto de pobreza, de miseria y de desplazamiento”.

“Nosotros le hemos pedido a las autoridades de integración social de la alcaldía y a la misma policía que cambiemos el método y precisamente acaban de intervenir el caño de la sexta con el nuevo método que estamos proponiendo, que es un abordaje humanitario de escucha y atención, esa misma noche 40 decidieron irse a un centro de atención del Estado”, comentó.

“No han querido entender que este es un conflicto de miseria y de pobreza, no solamente de drogas y que tenemos que revisar las políticas públicas con la que actuamos para atender estas personas”, ha dicho.

Es un trabajo de Iglesia

En este sentido, el franciscano asegura que el fin de estas jornadas es el de “unirnos con el Estado para hacerlas en las vías públicas y ver los rostros de estas personas, por eso es muy importante el trabajo de la sociedad civil y de la Iglesia en este contexto”.

Asimismo señala que el fenómeno continúa y la arquidiócesis de Bogotá, a través de la pastoral social con el padre Wilfran Oyola y monseñor Jaime Mancera, vicario episcopal para la dimensión social de la evangelización, han venido comprendiendo y entendiendo la importancia de este trabajo de acompañamiento a las organizaciones que trabajan  con la Iglesia, por ello “nos vienen asesorando, acompañando, sentimos que es un trabajo de Iglesia”.

Además ha indicado que el cardenal Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá, está muy atento a lo que “estamos haciendo, hemos ganado un poco de espacio, al principio hubo mucha desconfianza de un cura en las calles, pero ellos han ido comprendiendo que es un trabajo de iglesia, lo mismo la comunidad franciscana me está permitiendo ejercer esta labor en las calles para el bien de esta población”.

Participación del laicado

En cuanto a la participación de los laicos y grupos apostólicos de las diferentes parroquias ha señalado que en estas jornadas han participado más de 80 personas  que “nos brindan apoyo, la mayoría  perteneciente a la orden franciscana, los laicos han comprendido que callejear la fe es venir a ver estos rostros, a acompañar y a sentir la miseria de estas personas”.

También ha destacado que la iglesia arquidiocesana de Bogotá está haciendo un buen trabajo en este campo, “lo mismo queremos para la arquidiócesis de Medellín y Cali como otras diócesis y arquidiócesis, que han venido comprendiendo que 40.000 ciudadanos habitantes de calle son sus feligreses y que tienen que acompañarlos en el sentido humanitario y cristiano”.

“La Iglesia en Colombia se va metiendo todos los días en el acompañamiento de la problemática el dolor de los desplazados, de los emigrantes y de estos que son nuevos ciudadanos habitantes de calle”, acotó.

Migrantes callejeros

Con la actual coyuntura migratoria, donde en el país hay más de 1.300.000 venezolanos radicados ‘legalmente’, Gutiérrez ha asegurado que “vi gente nueva que nunca había visto, especialmente ciudadanos venezolanos que allí encontraron el lugar para morir”.

“Muchos han escogido este lugar para echarse a morir, allí viven enfermos, consumen, viven entristecidos, este grupo de este caño[de la sexta] son más de 100, en situación denigrante que revela la situación de miseria y de pobreza que viven miles de seres humanos en Colombia, en Bogotá y en América Latina, muchos de esos habitantes de calle son los emigrantes que no alcanzaron su objetivo y terminan en las calles atrapados en el mundo de las drogas”, he expresado.

Proteger la vida

“Muchos de ellos consumen”, así resume el religioso la dramática situación en la que viven los habitantes de calle.  “En Colombia creen que con un decreto que prohíbe la dosis mínima acabarán con el problema”, denuncia, al tiempo que señala: “los peganteros (huelepega) son los habitantes de calle más pobres que no tienen para conseguir otro tipo de droga, si la pega se vende, porque entonces no la permiten consumir, cuando hay en cualquier parte de Colombia el permiso de vender este pegante”.

Son más de 40 intervenciones violentas por parte de las autoridades y “todo sigue igual, eso quiere decir que el método no funciona, el fenómeno no se erradica con violencia, sino con acciones legales dentro del marco del derecho y la constitución política en la defensa y el cuidado y la protección de la vida de estas personas que son las más débiles, sentí mucho dolor e indignación ante tanta miseria”, ha mencionado.

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