El próximo Sínodo de los Obispos, convocado en el Vaticano del 6 al 27 de octubre bajo el lema: ‘Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral’, “puede ser un signo valioso de la respuesta eficaz para la promoción de la justicia y la defensa de la dignidad de las personas más vulneradas”.
Es la opinión del cardenal Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo y vicepresidente de la Red Eclesial Panamazónica (Repam), quien asegura que los miembros de la Iglesia católica en esa región “queremos ser testimonios vivos de esperanza y de cooperación y seguir prestando un servicio evangelizador que eche sus raíces en el suelo fértil en el que viven nuestros pueblos amazónicos y en sus culturas”.
En un artículo publicado en el último número de La Civiltà Cattolica, la prestigiosa revista de la Compañía de Jesús, el purpurado peruano presenta la asamblea sinodal como una “oportunidad” para que las sociedades no amazónicas puedan aprender de la “identidad y capacidad de proteger estos ecosistemas desde su propio modo cultural” de los pueblos de aquella región. “Quizás así, algún día, podamos superar esa concepción de este territorio como espacio vacío o ‘atrasado’ y encontremos orientaciones pertinentes para nuestros propios fracasos como sociedades con respecto al cuidado de nuestra casa común”.
El próximo Sínodo, subraya Barreto, no “amenaza la estabilidad o soberanía” de los nueve países cuyo territorio se encuentra en la región panamazónica, aunque sí que busca propiciar un cambio “para tratar de armonizar el respeto de los derechos humanos y del medioambiente por un lado, con el desarrollo económico, productivo y sostenible por el otro”. Aspira por tanto a buscar un modelo de desarrollo que tenga en cuenta la “realidad intercultural de la Amazonía y se asegure la protección de los bienes de la creación”.
En su artículo en La Civiltà Cattolica, el vicepresidente de la Repam recuerda la responsabilidad que tienen en la conservación de este parte del mundo tanto las empresas extranjeras que explotan sus recursos como sus países de origen. Esos Estados “apoyan y propician la inversión extractiva, pública o privada, fuera de sus fronteras nacionales, aprovechando la riqueza de la tierra a costa de devastadores impactos sobre el medioambiente amazónico y sus pobladores”.
La Iglesia católica ha salido “desde el inicio al encuentro de las culturas, con luces y sombras” en esta región del mundo, escribe Barreto, quien destaca cómo al seguir “el mandato del Evangelio”, acompaña “el ritmo en que camina el pueblo más pobre”. En particular el cardenal destaca la importancia de defender a los pueblos indígenas en aislamiento voluntario: “Protegerlos es una exigencia ética fundamental, y para la Iglesia se torna en un imperativo moral coherente con el enfoque de ecología integral que el papa Francisco presenta como propuesta central en ‘Laudato si’’”.