Luis Rendueles realiza “un relato de no ficción” sobre la investigación del Códice Calixtino 8 años después de su robo

  • El periodista publica ‘Los ratones de Dios’, aportando documentación inédita a partir de las fuentes policiales y judiciales implicadas en las indagaciones
  • La obra repasa la captura del ladrón Manuel Fernández Castiñeiras, electricista de la catedral, y de la falta de control en el dinero de los donativos de la seo

El Códice Calixtino, distinguido con la Memoria del Mundo por la UNESCO 2017

Eso de que la historia que se esconde tras el robo del Códice Calixtino da para una novela es algo más que una frase hecha para el periodista Luis Rendueles. En su última obra, ‘Los ratones de Dios’ da buena cuenta de ello al poner la prosa y la narrativa al servicio de los descubrimientos de la investigación policial y judicialque se desarrolló tras la desaparición del la valiosa pieza literaria de la seo compostelana.

En sus páginas, Rendueles establece un díptico entre la histórica guía medieval de peregrinación y los sucesos que han ido saliendo a la luz tras el robo y las indagaciones hechas en torno a canónigos y trabajadores del templo metropolitano. El autor presenta a Vida Nueva las claves que se esconden tras uno de los robos más famosos y rocambolescos investigados por el grupo de Patrimonio de la Policía Nacional.

Luis Rendueles

Algo más que el robo de un libro

PREGUNTA.- ‘Los ratones de Dios’ es ¿un ensayo sobre la investigación del robo del ‘Códice Calixtino’ o una novela realista?

RESPUESTA.- ‘Los ratones de Dios’ es un relato de no ficción sobre toda la investigación puesta en marcha por la Policía Nacional y el juez Vázquez Taín para recuperar el Códice Calixtino. Lo que ocurre es que, como en algunas películas de Alfred Hitchock, el Calixtino sirve aquí de Mc Guffin, de pretexto, para contar muchas historias que habían ocurrido en la Catedral de Santiago y que nunca se habían denunciado, como muchos robos de dinero de los peregrinos que se venían cometiendo al menos desde el año 2004. Varios canónigos lo sabían, en el año 2009 el canónigo administrador llegó a poner incluso una cámara oculta en su despacho para grabar al autor o autores de los robos, pero alguien inutilizó esa cámara un mes después.

P.- El título viene de una frase del deán José María Díaz: “donde hay queso siempre hay ratones”. ¿En este caso, qué se esconde tras este título?

R.- Los policías descubren esos robos millonarios de dinero de los peregrinos, también algunos episodios anteriores, como el robo de una bandeja de oro y su sustitución por otra dorada, la desaparición sin aclarar de objetos artísticos de valor del museo de la Catedral… La inspectora Ana habla con el deán y le pregunta cómo es posible que no denunciaran ninguno de esos hechos a la policía durante tantos años.

El deán le replica con esa frase. Es una forma de quitar importancia a los robos. La explicación puede estar en el miedo al escándalo. Si trascendía que había “ratones” que robaban dinero de los peregrinos a Santiago, podría producirse una polémica social y quizás bajaría el número de peregrinos o la cantidad de sus donaciones…

Tentaciones y milagros

P.- Además, leyendo el libro se repasan las principales páginas del propio códice en sintonía con la investigación. Más allá del contenido de la histórica guía, ¿hay en este robo una cierta profecía autocumplida?

R.- El Códice Calixtino es una maravilla. Yo lo desconocía por completo cuando me tocó, como periodista, cubrir su robo. Los expertos dicen que su mayor valor está en los apéndices con los cantos gregorianos, únicos en el mundo, y también en ser la primera guía de viajes, en este caso para los peregrinos.

Sí es cierto que hay fragmentos donde, como en algunos pasajes de la Biblia, se advierte a los pecadores de las tentaciones y de las consecuencias de caer en ellas. En el libro 5 se dice “si algún prelado de la Iglesia cometiese fraude o invirtiese de otro modo las limosnas que han de darse, tenga su pecado ante Dios y él”.

Hay otros pasajes maravillosos sobre los milagros en la Catedral, como el que dice “todo aquel que verdaderamente se arrepienta y desde lejanas tierras busque de todo corazón el perdón del Señor y los auxilios de Santiago, sin duda la nota de sus culpas le será borrada para siempre…”

En el Códice se habla de la tentación, de algunos pecados capitales y de otros veniales que sí tuvieron lugar en la catedral, al igual que en cualquier otro lugar donde estemos los hombres y las mujeres. Es la condición humana.

Destruir al deán, móvil del robo

P.- Una figura sobre la que se va centrado la historia, entre los canónigos y los “gregarios” que trabajan a diario en torno a la catedral, es el electricista Manuel Fernández Castiñeiras. ¿Qué retrato ofrece la investigación de él?

R.- Manuel Fernández Castiñeiras fue el ladrón del Códice Calixtino. Lo cogió y lo escondió durante un año y un día en un garaje, dentro de un saco de pienso para conejos. Su único motivo fue destruir al jefe del Cabildo, el deán don José María Díaz. Manolo es un hombre de pueblo gallego, que llegó a la catedral porque su tía llevaba leche a los canónigos hace muchos años. Estuvo 25 años trabajando como electricista en el templo. Toda su vida se construyó allí.

Gracias a eso fue respetado y contratado por muchas empresas públicas y privadas. Robó muchísimo dinero durante muchos años de los peregrinos (unos 2 millones de euros) con el que compró un piso en Santiago y un ático cerca de la playa de Sanxenxo. También robaba documentación de la catedral, de sus vecinos… Tenía cartas antiguas de monseñor Tarancón dirigidas a los entonces jefes de la catedral… Pero seguía haciendo una vida muy humilde y acudiendo a rezar a la catedral, a misa también, incluso después de ser despedido. Fue condenado a prisión y allí seguía acumulando cosas, como los tickets de la cafetería de la cárcel.

El padre y el abuelo de Castiñeiras padecieron algún tipo de síndrome de Diógenes. Él se ha negado siempre a ser examinado por un psiquiatra, a pesar de que le podía haber beneficiado en su proceso penal. Es un enigma. Los policías aseguran que es listo como una ardilla. Robó el Códice por venganza, porque los canónigos le despidieron y el Deán, del que decía que era como un pariente, un tío para él, no hizo nada por defenderle. Cumple condena y ha sufrido un derrame cerebral.

Jueces y policías

P.- En el libro aparecen muy destacada la labor de la inspectora ‘Ana’ y Antonio Tenorio, jefe de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía. ¿Cómo definiríamos esta investigación?

R.- La inspectora Ana y el inspector jefe Tenorio son dos policías fuera de serie. Ambos estuvieron en el País Vasco en años duros, durísimos. Ella es más cerebral, castellana. Él es asturiano, más volcánico.

Lo cierto es que fue una investigación complicada, ante todo, por la presión. La catedral de Santiago es el corazón de la ciudad, su motor. Había que recuperar el Códice rápido, y recuperarlo intacto, sin daños. Se miraron pistas en Finlandia, un supuesto millonario ruso, en Torremolinos… Los canónigos de la catedral, en particular el deán, trataron de que no trascendieran algunas miserias de lo que allí ocurría, como algunas guerras de poder entre facciones próximas al Opus Dei y otras más renovadoras en la iglesia… Hicieron incluso una investigación paralela. El deán llegó a sugerir al electricista que “quien tuviera” el Códice Calixtino podía devolverlo en cualquier parroquia de España y no sería investigado porque estaría bajo secreto de confesión.

P.- Otro personaje destacado es el juez José Antonio Vázquez Taín, ¿el empeño de este es una forma de reconciliarse con la justicia?

R.- Vázquez Taín es un juez fuera de lo normal. Fue el primero en enfrentarse sobre el terreno a las mafias de la droga en Vilagarcía de Arousa. Él siempre dice que si las madres de los toxicómanos, de las víctimas, luchaban y arriesgaban su vida, la justicia no podía dejarlas solas. Ha arriesgado mucho en su trabajo, lo sigue haciendo. Toma medidas valientes. En este caso, también. Suele decir que trabaja “en el andamio” de la justicia y que en ese andamio, como en otros, hay riesgos.

Me parece un tipo extraordinario. Incluso escribe novelas policiacas. Y son buenas… Necesitamos más jueces como él, igual que necesitamos más policías como Tenorio y Ana.

“Clamorosa desidia” en la catedral

P.- Junto al robo del libro está la cuestión de los robos de dinero. Se dice que los donativos subieron al doble en un año después de este proceso. ¿Ha aprendido la catedral del paso por esta traumática experiencia?

R.- El tribunal que condenó a Fernández Castiñeiras por el robo del Códice y del dinero de los peregrinos habló en su sentencia de la “clamorosa desidia” de los canónigos de la catedral ante los robos de dinero. La Xunta de Galicia nombró en 2014, tras el escándalo y el juicio, a un ejecutivo civil para controlar las cuentas de la catedral. El resultado fue llamativo.

En 2013, último año de control de los canónigos, se declaró que los peregrinos habían dejado en Santiago unos 570.000 euros; en 2014, primer año con el control –digamos profesional– de las finanzas del templo, se declaró que los peregrinos habían dejado allí 1.030.000 euros. Se han instalado 43 cámaras de seguridad, se hacen cacheos a los visitantes, la Unesco declaró en 2017 al Códice como parte de la lista protegida y conocida como “Registro de la Memoria del Mundo”…

El propio presidente del Gobierno entonces, Mariano Rajoy, reclamó a la Iglesia un “mayor esfuerzo” para garantizar la seguridad de la catedral y sus bienes. Y el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, admitió la herida abierta en la Iglesia por el robo del Códice y todo lo que se descubrió después y pidió “aprovechar el agua después de los nubarrones para recuperar nuestra confianza en un templo como éste”.

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