Reportajes

La pastoral turística: más que una misa para guiris





Toda comunidad cristiana discierne cuándo hay una oportunidad de ofrecer al hermano su fe. Si lo tienen en cuenta (o deberían tenerlo) los pastores en el momento de oficiar una boda o un funeral, conscientes de estar ante momentos excepcionales en los que se dirigen a muchos que no oyen hablar de Dios de un modo ordinario en sus vidas, también lo asumen como una misión (o deberían asumirlo) las parroquias que están en lugares turísticos que se llenan de multitudes en verano.

En la localidad malagueña de Marbella, la parroquia Nuestra Señora de la Encarnación es un ejemplo de acogida para los llegados de fuera. José López Solórzano, su párroco y arcipreste de Marbella-Estepona, cuenta cómo se vuelcan: “Ampliamos el culto y, los domingos, celebramos seis misas, incluidas tres al final del día, para que puedan venir los que aprovechan hasta el final en la playa: a las 20:00, a las 21:00 y a las 22:00 horas. Hay muchísima afluencia en todas, con unos 1.000 fieles en cada eucaristía. Cada mes repartimos unas 20.000 comuniones. Además, tenemos la iglesia abierta hasta medianoche”.

Esta pastoral, que para el párroco marbellí se encuadra en “la acogida y el cariño”, no se agota el domingo… “Llama muchísimo la atención que cada año celebramos aquí unas 30 bodas de matrimonios irlandeses. Los casamos en la parroquia, siempre respetando sus rasgos litúrgicos, como la música y los cantos. En cuanto al idioma, lo hacemos como nos pidan: en castellano, en inglés o de un modo bilingüe”. Lo esencial, concluye, es que “sientan que esta es su casa, su parroquia. Algo que se refleja cuando muchos, que lo hacen durante el año en sus comunidades, se ofrecen a leer aquí algunas de las lecturas”.

Al frente del otro arciprestazgo de la Costa del Sol malagueña, el de Fuengirola-Torremolinos, está el sacerdote Manuel Jiménez, párroco de Virgen del Carmen y Santa Fe, en el barrio Los Boliches, de Fuengirola. El perfil de los turistas aquí es “más nacional, sobre todo de Córdoba y Jaén, pues muchos tienen su segunda residencia. Los extranjeros, ingleses y finlandeses que suelen vivir aquí durante el año, vuelven en verano a sus países”.

Con alba y bañador

La acción de la parroquia de Fuengirola tiene un punto excepcional el 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen (la Stella Maris): “Ese día es increíble la cantidad de gente que viene; empiezan a llenarse los bancos dos horas antes de la misa, que es al mediodía. Luego, por la tarde, la procesión cruza nuestras calles y llega a la playa. Allí, los 120 marinos que portan la imagen se meten al agua con ella, avanzando a pie. Yo también la sigo, llevando el bañador bajo el alba. Es muy emotivo”.

El otro gran acontecimiento se da en agosto: “Cada año, organizamos una verbena en la plaza, frente a la iglesia. La preparan los fieles de la parroquia y está muy pensada para la gente de fuera. De un modo distendido, charlamos y nos contarnos nuestras historias. Tiene tal éxito que los turistas siempre preguntan por ella”.

En la Costa Brava, el sacerdote Jordi Reixach, director de la Pastoral del Turismo de Girona, explica que la respuesta eclesial en su comunidad “tiene una larga trayectoria, pues se inició en los años 70, ante la llegada masiva de los turistas y de los trabajadores que venían a ‘hacer la temporada’”.

Misas en idiomas

Ante esta realidad, “la Pastoral del Turismo se concentra en dos aspectos. El primero hace referencia a las celebraciones litúrgicas, contando con misas en diversos idiomas (castellano, francés, inglés, alemán y polaco) y que se celebran todos los domingos en las parroquias de la costa, facilitando materiales y lecturas en su lengua. Mención especial a la misa internacional Oikoumene, que se celebra en Rosas el segundo domingo de agosto, en el puerto pesquero de esta localidad, de gran arraigo”.

Como concluye Reixach, la Pastoral del Turismo gerundense promueve cada año, en mayo, “una reunión con representantes del sector turístico local, para una reflexión conjunta sobre aspectos importantes de la acción pastoral de la Iglesia en el turismo”. Así, en los últimos años se ha trabajado sobre “la Laudato si’, la importancia de la espiritualidad en el turismo o los lugares sagrados como referentes de paz y bienestar”.

Esto último lo reivindica el nuevo director de la Pastoral del Turismo de Valencia, el sacerdote argentino Gustavo Riveiro. Llegado hace año y medio, su experiencia en esta apuesta eclesial es enorme, pues formó parte durante diez años del Secretariado Nacional para la Pastoral del Turismo de la Conferencia Episcopal Argentina y, durante otra década, fue director de Pastoral del Tiempo Libre y Turismo de la diócesis italiana de Livorno. Dicho recorrido le hace constatar que “la Iglesia aún no ha terminado de despertarse ante una realidad tan rica y polifacética, asumiendo que es un ámbito de evangelización”.

Fuera estereotipos

El delegado tiene muchas expectativas en el Encuentro Nacional de la Pastoral del Turismo, organizado por la Conferencia Episcopal Española (CEE) y que se celebrará en octubre en Lloret de Mar (Girona): “El responsable del Departamento de la Pastoral del Turismo de la CEE, Francisco Juan Galiana, tiene claro que hay que relanzar esta apuesta eclesial desde conceptos como organización, cultura y promoción de la paz. Los tres días que vamos a pasar en Girona, uno de los sitios en los que mejor se trabaja en este sentido, van a suponer un cambio muy significativo en esta pastoral”.

En la Diócesis de Ibiza-Formentera se impulsó hace un año la Pastoral del Turismo. Su responsable y canciller diocesano, Marcelo Jofre, apunta que “trabajamos en la idea de unificar tareas, dependiendo mucho hasta ahora de la buena voluntad de cada sacerdote”. Un primer cambio, en el sentido de reflejar un impulso ya diocesano, se ha percibido en el envío a todos los hoteles de los horarios de las misas y de las lecturas dominicales en castellano y en inglés, informándose también de lo que se hará en las festividades de especial arraigo en la zona, como San Lorenzo o la Virgen de las Nieves”.

Otras veces, la pastoral con los turistas (y con quienes dedican su jornada laboral a que estos disfruten) se da en un crucero… Lo sabe el sacerdote Joan Costa, responsable de la Pastoral Social de Barcelona: “He celebrado dos misas para la tripulación de cruceros. Es entrañable por la situación de los marineros, que tienen poco tiempo libre e impresiona que lo busquen para Dios”. “Suelen ser comunidades pequeñas, de 10 a 20 personas –añade–. Esta actividad sale adelante si hay alguien en la tripulación que lidere la práctica religiosa, mostrando con todo su vigor el apostolado de los laicos”.

Otra experiencia es la del sacerdote Apolinar del Corral, vicario parroquial en Collado Villalba (Madrid). Por su relación con el Apostolado del Mar de Barcelona, ya ha acompañado a tres cruceros de Pullmantur, en Navidad y Semana Santa. “La compañía –explica– no nos paga, pero tampoco nos cobra. El objetivo es atender espiritualmente a las personas que trabajan en el crucero y a los turistas. Voy con clergyman para que sepan quién es el capellán. Estoy a disposición de todos por si alguien quiere hablar, confesarse… A las siete de la tarde celebramos la misa. A diario suelo tener a unas 25 personas. Los domingos ya son unas 250”.

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