María Verónica Talamé es del interior del país, de la Arquidiócesis de Salta. Recibió el Doctorado en Teología Bíblica, luego de su estudio en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Se desempeña como docente del Profesorado Mons. Tavella y directora de la Escuela Bíblica Fray Mamerto Esquiú.
Desde ahora, será quien conduzca la Asociación Bíblica Argentina, un ámbito de encuentro para quienes estudian, investigan y difunden distintas temáticas bíblicas. En diálogo con Vida Nueva nos ofreció sus primeras impresiones, a partir de su elección.
PREGUNTA.- ¿Cuáles son las expectativas que tiene a partir de su función como Presidente de la Asociación Bíblica Argentina?
RESPUESTA.- Mi primera y gran expectativa es llevar a cabo lo mejor posible el Estatuto. Es decir, velar para que se cumplan los fines para los que el 17 de julio de 2012 fue creada esta entidad sin fines de lucro:
P.- ¿Cuáles las prioridades o urgencias que hoy tiene la asociación?
R.- Las prioridades de la asociación son, básicamente, cinco:
Las actividades detalladas no son limitativas, pero son las prioritarias.
P.- Si tuviera que brindar un informe sobre la realidad de la pastoral bíblica en el país ¿qué nos diría?
R.- Si bien todavía hay mucho por hacer, la Pastoral bíblica en nuestro país está muy bien posicionada y organizada respecto a otros países. En todas las regiones pastorales del país contamos con especialistas bíblicos de gran nivel y con muchísimo amor a la Palabra, que en definitiva es lo que más importa.
P.- ¿Qué novedades ofreció el reciente Congreso Biblico Internacional realizado en Buenos Aires?
R.- El Congreso fue realmente una bendición para los más de 450 participantes de 23 países que estuvimos allí. Éste fue el sentir -unánime- expresado el último día del Congreso que culminó con un gran almuerzo conmemorando por el cumpleaños de los 80 años de nuestra Revista Bíblica. Poder tener representados tantos países y realidades tan diversas, y todos unidos por el mismo celo bíblico, fue realmente una gran riqueza. La exégesis en América Latina es multifacética; por lo que contactarse e intercambiar con tanta diversidad en menos de cuatro días, fue un gran aporte para los que hacemos de la Palabra el centro de nuestro estudio y de nuestra vida. Compartir lo que cada país está viviendo y -en muchos casos- poder además escuchar la visión europea de quienes vinieron desde el otro lado del Océano para hacer también sus aportes y comunicar sus puntos de vista, estuvo muy enriquecedor. El Congreso, con el lema: “Acuérdate de todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer” (Dt 8,2) tenía tres ejes fundamentales: presentar las personas que hicieron camino bíblico a lo largo de todo el continente, los principales temas y los métodos bíblicos sobresalientes. Estuvo muy bien pensado y equilibrado en su planteo.
Además, tenía cuatro objetivos que fueron ampliamente cumplidos: a) vincular los biblistas latinoamericanos en una red, b) recuperar y prolongar la tradición bíblica de América Latina en recepción creativa, c) hacer visible este aporte a la Iglesia y a la Academia en general y d) reconocer la contribución de la Revista Bíblica y adoptarla como espacio de intercambio científico, de comunicación y de trabajo común. Fue notable la presencia de voces femeninas en paneles, comunicaciones y mini cursos ofrecidos a lo largo del Congreso. La metodología, por la mañana conferencias o paneles “comunes” (a los que asistíamos todos los congresistas) y por la tarde seminarios o mini cursos simultáneos (a los que cada uno asistía según sus propios intereses), también fue muy positivo.
P.- Mujer y laica en la conducción de una organización eclesial. ¿Cómo vive este desafío actual?
R.- Es innegable que actualmente la mujer está presente en casi todos los ámbitos de la vida social, política, y asimismo eclesial. Yo estudié nueve años de mi carrera bíblica en Roma, en una Universidad Pontificia que contaba con un alumnado de casi un 97 % de varones, la mayoría sacerdotes o seminaristas, así que para mí es una realidad “connatural” que ellos sean mis “compañeros” o ahora mis “colegas”. Siempre me respetaron y yo a ellos. El clima que se vive en la asociación es muy familiar, fraternal y amigable… así que, como en la gran mayoría de las familias, que haya varones y mujeres, es totalmente natural. Estoy como en “mi casa” y mi propuesta de conducción espero pueda ser lo más cálida, participativa y “sinodal” posible. Asumo, pues, las palabras del Papa Francisco que en tantas ocasiones dijo que “una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa y corresponsable”, pues “el camino sinodal es el camino que Dios se espera de la Iglesia del tercer milenio”. Éste será mi mayor desafío.