Al celebrarse este martes el Día Mundial contra la Trata de Personas, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) llamó a la comunidad católica a no aceptar la explotación ni acostumbrarse al sufrimiento de las víctimas de este delito.
“¡Denunciemos la explotación! Porque mientras la trata de personas permanezca oculta, los traficantes continuarán actuando impunemente. ¡Denunciemos la corrupción y la complicidad! Contribuyamos también a la conversión y a la rehabilitación de quienes son responsables de la trata de personas y quienes se benefician de ello”, señaló el organismo.
En el texto –firmado por Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM; José Guadalupe Torres Campos, responsable de Movilidad Humana de la CEM, y Alfonso Miranda G. Guardiola, secretario General– la CEM aseguró que la Iglesia hace un esfuerzo por comprender las causas de este fenómeno y cómo opera para poder intervenir. “No podemos mantenernos indiferentes ante esta llaga que supura y daña el cuerpo de la humanidad y de la Iglesia”.
Un crimen que crece
De acuerdo con el comunicado, la trata de personas ocupa el segundo lugar en la lista de crímenes transnacionales, situado después del tráfico de drogas y armas, “aunque las estimaciones señalan que en la presente década, la trata de personas va a ocupar el primer lugar por las increíbles ganancias y los beneficios económicos que reporta”.
En este sentido, el organismo denunció los muchos rostros y formas que tiene la trata de personas, entre ellos la prostitución, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud como la mendicidad, la servidumbre o la extracción de órganos; la utilización de personas menores de 18 años en actividades delictivas, o su adopción ilegal; el matrimonio forzoso o servil, entre otros.
Cabe mencionar que el 30% de las víctimas de la trata son niños, un 70% son mujeres y niñas, y alrededor del 90% de todos los casos tiene por fin la explotación sexual femenina, privándolas de su identidad y dignidad.
Criminales sin escrúpulos
La CEM recordó que “los tratantes son personas sin escrúpulos que pueden vivir muy cerca, conocidos o desconocidos, amigos y hasta familiares, siempre van a aprovechar la situación de vulnerabilidad de las aspiraciones económicas, emocionales, familiares o sociales de sus víctimas para lograr ‘engancharlas’”.
“Utilizan el engaño y la manipulación aparentando amabilidad, ofrecen regalos, dinero, viajes o buenísimas oportunidades de empleo, o también empleando métodos como el sometimiento con violencia o el rapto”, advirtió.
Aseguró que en la industria de la pornografía, tanto mujeres como niños son obligados a trabajar sexualmente y obligados a participar en actos cada vez más violentos. “Cuando se filman, los traficantes pueden usar las imágenes para evitar que las víctimas abandonen la industria. Esta industria pornográfica con fines de lucro genera anualmente 13.000 millones de dólares”.
Un compromiso pendiente
Con la ratificación del Protocolo de Palermo, el Estado mexicano se comprometió ante la comunidad internacional a combatir la trata de personas y desarrollar respuestas conjuntas en materia de prevención, protección y procesamiento; sin embargo –apunta la CEM– faltan acciones efectivas, que requieren de la colaboración y la coordinación de la sociedad civil, las Iglesias, el sector empresarial y los medios de comunicación.
En cuanto a lo que hace la Iglesia, recordó que existen movimientos que combaten la trata de personas, como Talitha Kum, red mundial contra la trata de personas formalizada en 2009 en la UISG (Unión Internacional de Superioras Generales), con una mística por la defensa de la vida y la dignidad humana que afirma el rol profético de la Vida Consagrada, “quien siempre ha estado al lado de las personas más vulnerables y empobrecidas”.
El comunicado concluyó con un llamado a la oración en este día por quienes sufren esta explotación que clama al cielo, y preguntarse: “¿Qué puedo hacer yo? , ¿qué me toca hacer a mí?”.