Si el Sínodo de la Familia de 1980 trajo la exhortación ‘Familiaris consortio’ y la creación del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y familia, el Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia de 2014 al que seguiría ‘Amoris laetitia’ provocó una profunda renovación en la pastoral familiar que llevaría a la refundación, en septiembre de 2017, de dicha institución. Por ello, el papa Francisco cambió hasta el nombre para evidenciar los cambias del ya nuevo ‘Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del matrimonio y de la Familia’.
El siguiente paso, no exento de críticas por quienes formaron el equipo fundacional y los docentes de la época del papa polaco, era la renovación de los planes de estudios. A punto de empezar el nuevo curso algunos de los docentes que han pasado a la jubilación no se han mostrado muy colaboradores a las nuevas propuestas formativas. Por ello, el instituto ha emitido un comunicado oficial en el que recuerda su misión y ofrece los argumentos para la renovación pastoral necesaria.
En el escrito, las autoridades académicas del instituto condenan las versiones que se han vertido contra en centro ofreciendo informaciones “distorsionadas y facciosas, a veces de mala fe, que a menudo ni siquiera ha intentado verificar las noticias en su origen”. En el texto se defiende la puesta en marcha de la doble titulación con la Licenciatura y Doctorado en Teología del Matrimonio y de la Familia y en Ciencias del Matrimonio y de la Familia como una garantía de que se potencia “la investigación teológica que es a la vez explícita y vinculada con el resto de las ciencias que estudian el matrimonio y la familia” con la estructura del Plan Bolonia.
Frente a la reducción de la carga lectiva de las material de Moral, se remite a que quienes acceden a estos estudios ya la han cursado en los Estudios Eclesiásticos previos y que se le ha dado “un lugar nuevo y más específico” con una materia concreta y aplicada a la realidad familiar. Algo que se hace sin obviar el magisterio de Juan Pablo II, a pesar de que se ha suprimido la Cátedra Karol Wojtyla y se ha jubilado al director, el polaco Stanislaw Grygiel, que tiene ya 85 años.
Además de las críticas de los profesores vinculados con la Moral o esta cátedra, las autoridades académicas actuales niegan haber recibido una carta de queja de 150 estudiantes, confirmando que los representantes del curso solamente han pedido explicaciones de los cambios. En este sentido, “todo el mundo tendrá la oportunidad de elegir entre la antigua y la nueva normativa y el momento de elaborar un nuevo plan de estudios”, confirman.
También confirman los procesos que se han emprendido con la refundación, la aprobación de los nuevos estatutos o la actualización de cursos complementarios en sintonía con la Pontificia Universidad Lateranense ha impuesto un nuevo ritmo de trabajo lo que “ha llevado a la no renovación, para este año, de algunas colaboraciones con profesores designados. Todos ellos fueron informados de la posibilidad de reanudar la colaboración en los próximos años, gracias a una programación cíclica de algunas enseñanzas complementarias”. Algo que se extiende al personal administrativo, todos ellos en nómina, confirman.