Jesuitas chilenos dan cuenta de abusos cometidos por destacado integrante de la Compañía

Testimonios de 22 mujeres indican experiencias de abuso de parte de Renato Poblete Barth, fallecido el 2010, quien fuera capellán del Hogar de Cristo acogido por muchos empresarios en programas de formación para sus equipos

Jesuitas chilenos dan cuenta de abusos cometidos por destacado integrante de la Compañía

En enero pasado, la teóloga Marcela Aranda denunció las situaciones de abuso que vivió por 8 años con Renato Poblete, motivo por el cual la Compañía de Jesús encargó la investigación canónica a un abogado independiente, Waldo Bown.

Con el informe conclusivo de ese proceso, el Provincial Cristián del Campo dio cuenta en conferencia de prensa de sus resultados. “Esta investigación ha demostrado de manera contundente que Renato Poblete Barth abusó de manera reiterada, grave y sistemática, amparado en el poder que le otorgaba su condición de sacerdote, en el dinero que manejó de manera personal, y en el prestigio que su labor apostólica le otorgó durante sus años como sacerdote”, explicó del Campo.

El investigador recibió el testimonio de 22 mujeres que sufrieron alguna experiencia de abuso sexual por parte del sacerdote Renato Poblete Barth, hechos ocurridos entre los años 1960 y 2008. Incluso determinó que mantuvo relación estable con 6 personas durante ese período. Además de esos testimonios, entrevistó más de 100 personas y otras diligencias como análisis de documentos, recepción de testimonios vía correo electrónico e inspección de lugares.

“La investigación consideró que todos los testimonios eran creíbles y, en algunos casos, pudo corroborar las denuncias con los testimonios de terceras personas u otro tipo de elementos externos que confirmaron los hechos”, expresan los Jesuitas en un comunicado.

Figura destacada en el país

Poblete murió el año 2010 a los 86 años. Protagonizó la reinvención de los jesuitas, luego que la Compañía comenzara a perder fuerza entre los católicos de élite a fines de los sesenta, ganándose la confianza de muchos empresarios. En ese rol fue pilar fundamental del Hogar de Cristo, como su capellán, y del legado de san Alberto Hurtado. La Presidenta Michelle Bachelet le otorgó el Premio Bicentenario y un parque en Santiago fue inaugurado con su nombre. En su labor pastoral constituyó la beneficencia como la base de las redes de poder que lo protegieron durante décadas. Era tal su prestigio que actuó como mediador en el secuestro de Cristián Edwards, hijo del empresario dueño del diario El Mercurio.

Ante la prensa, Del Campo citó el informe de la investigación cuando dice que “las conductas de abuso de poder, de conciencia, sexual y otros delitos, cometidos por Renato Poblete Barth se sostuvieron en una suerte de “doble vida”, amparado en su imagen pública de persona de bien (…) El abuso, transversalmente, lo realizó desde la posición de poder que le dio esa imagen, su enorme red de contactos, y el poder económico que tuvo al manejar autónomamente importantes sumas de dinero durante muchos años”.

Nos avergüenza y desgarra

Los jesuitas reconocen errores institucionales tales como “una mirada permisiva hacia conductas de Renato Poblete Barth que estaban en el límite de lo ético en relación con el manejo del dinero, el poder y su relación con mujeres; una estructura organizacional que fue ineficaz para evitar y enfrentar situaciones de abuso, es decir, falta de instancias de mayor control, como códigos de conducta que definieran más precisamente estándares profesionales de actuación de los sacerdotes y religiosos; prácticas culturales que dificultaron la detección temprana de las conductas abusivas, como por ejemplo, la defensa corporativa o la exaltación del logro y la autonomía individual”.

En su presentación la Compañía de Jesús pide perdón a las víctimas, a la Iglesia, al país y describe las medidas de reparación que ya están llevando adelante. También agradecen a todas las personas que dieron testimonios y a la denunciante Marcela Aranda su valentía y ayuda para lograr que estos hechos se aclaren.

“Nos avergüenza y nos desgarra saber que hay personas a las que hemos dañado. Esto contraviene lo fundamental de nuestra razón de existir, de nuestra misión, que es justamente la transmisión de la Buena Noticia de Jesucristo, de la liberación de los oprimidos y del cuidado de los más vulnerables. Pedimos perdón por estos actos y por nuestras cegueras y negligencias”, dijo Del Campo.

Concluyó expresando que “debemos aceptar el descrédito y trabajar con hechos concretos para recuperar la confianza. La verdad y el sufrimiento de tantas personas nos han enseñado a poner primero la mirada en quienes han sido víctimas de abuso. Queremos reiterar nuestra petición de perdón y nuestro compromiso de colaborar en el camino de sanación de quienes han sido heridos y de contribuir a que estos hechos no se vuelvan a repetir, creando ambientes de cuidado y confianza en la Iglesia”.

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