Todos recordamos a John Wayne a lomos de su caballo, bebiendo whisky y disparando veloz como una centella. Pero el histórico referente de los weterns junto a Clint Eastwood tiene una cara menos conocida… La del hombre piadoso que escribía sencillas cartas a Dios.
Perteneciente a la comunidad presbiteriana, antes de morir un 11 de junio de 1979 en el Centro Médico de la Universidad de California, en Los Ángeles, dio el último gran paso de su vida: bautizarse en el catolicismo. Se encargó de recibirle en la Iglesia el capellán del hospital, el religioso paulino Robert Philip Curtis.
Una familia católica
Con todo, lo cierto es que las tres mujeres con las que se casó (todas ellas de origen hispano) eran católicas y los siete hijos que tuvo en total fueron bautizados en el seno de la Iglesia de Roma. De hecho, muchas veces solía bromear con que al final de su vida, justo antes de morir, él mismo se bautizaría.
Y al final la profecía se cumplió, como reconoció entonces su hijo mayor, Michael, que relató a los medios que fue el el arzobispo de Panamá, Marcos McGrath, a quien le unía una gran amistad, el que le animó a dar el paso definitivo, consciente de que era algo que deseaba de corazón… Así, en sus últimas horas, cuando la familia le ofreció que le visitara un sacerdote para que le diera la extremaunción, él asintió y afirmó que era “una buena idea”.
El mismo Michael lo confirmó así a los periodistas congregados ante el hospital: “Papá murió en la Iglesia. Murió como católico”.