La subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, Linda Ghisoni, ha participado en el encuentro de Acción Católica General ‘Haciendo realidad el sueño de Dios’, que se ha celebrado en Ávila reuniendo a más de 750 agentes de pastoral de las diócesis españolas. “Como laicos no podemos estar desencarnados respecto a la realidad en la que vivimos, porque traicionaríamos nuestra vocación”, ha dicho durante su ponencia ‘Soñando un laicado transformado y transformador’.
Partiendo de la similitud con la semilla de mostaza, con la que “Jesús nos enseña que no tenemos que asustarnos de nuestra pequeñez”, Ghisoni ha subrayado la necesidad de cultivar la vida cristiana tanto en las propias parroquias como en la vida social y laboral. “Jesús mismo no instauró un reino triunfalista, sino que dio la vida por amor, y esto nos asegura, dará frutos abundantes”, ha añadido.
“En virtud del bautismo recibido, cada miembro del miembro de Dios, se ha convertido en discípulo misionero, cualquiera que sea su misión en la Iglesia”, ha recordado Ghisoni, citando a Francisco. “El Papa también ha hablado de que no hay que clericalizar al laicado, que la aspiración de los miembros de las parroquias no sea formar parte del sanedrín, alrededor del cura, sino la pasión por el Reino”.
Unificar la vida en Jesús
“Nuestra dignidad ha sido impresa en nosotros por el bautismo, y nos hace protagonistas, no meros ejecutores”, ha dicho Ghisoni. De ahí la importancia de contribuir a “construir la comunión dentro de la parroquia, de ser una familia” y no “un grupo de elegidos que se miran a sí mismos, sino como una comunidad que forma a sus miembros”.
Pero, además de “preguntarnos cómo podemos ser piedras vivas de nuestra parroquia, cómo podemos hacer de ella una comunidad acogedora y misionera” por la corresponsabilidad que conlleva el bautismo, es importante no desligar la vida como cristianos de la vida social y laboral “encerrándonos en las tranquilas salas de la parroquia”.
“El bautismo ha hecho de nosotros enviados, no solo los domingos en la parroquia, sino en nuestra vida cotidiana”, ha apostillado, ya que, como cristianos, “estamos llamados a vivir junto al Señor todos los desafíos de nuestro tiempo”. Solo así se conseguirá “una vida unificada en Jesús y sus enseñanzas”, ya que “estos lugares no son un obstáculo para nuestra vida de cristianos, sino donde estamos llamados a cultivar ese granito de mostaza”.