Luego de los tiroteos masivos en Chicago, Ohio y Texas de este fin de semana, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) aseguró que las pérdidas humanas confrontan a la sociedad norteamericana con una terrible verdad: “nunca más podremos creer que los tiroteos masivos son una excepción aislada. Son una epidemia contra la vida que debemos enfrentar con justicia”.
Ante esta realidad, la USCCB no sólo expresó sus condolencias a las familias y amigos de los asesinados, sino que alentó a todos los católicos de ese país a aumentar la oración y el sacrificio “por la curación y el final de estos tiroteos. Alentamos a los católicos a rezar y también a expresar sus voces por los cambios necesarios en nuestra política nacional y cultura nacional”, dijo.
A través de un comunicado conjunto, el cardenal Daniel DiNardo, de Galveston-Houston, y presidente de la USCCB, y el obispo Frank Dewane, de Venice, Florida, presidente del Comité de Justicia Doméstica y Desarrollo Humano, también llamaron a todos los comités relevantes de la USCCB para trabajar en una agenda política revitalizada y una campaña pastoral para abordar las formas en las que pueden “ayudar a combatir esta enfermedad social que ha infectado a nuestra nación”.
Recordaron que la USCCB ha abogado durante mucho tiempo por leyes responsables de armas y mayores recursos para abordar las causas profundas de la violencia, así como también han pedido al Presidente y al Congreso que dejen de lado los intereses políticos y encuentren formas de proteger mejor la vida inocente.
Particularmente, sobre el tiroteo en el centro comercial de Texas, donde varios de los asesinados eran mexicanos, el cardenal DiNardo lamentó que algunos lugares donde las personas se congregan para participar en las actividades cotidianas de la vida puedan convertirse, en escenas de violencia y desprecio por la vida humana. “La plaga en la que se ha convertido la violencia armada continúa sin control y se extiende por todo nuestro país”.
Las cosas deben cambiar –aseveró DiNardo– por lo que pidió una vez más una legislación efectiva que aborde por qué estos sucesos inimaginables y repetidos de violencia armada asesina continúan teniendo lugar en las comunidades. “Como personas de fe, seguimos orando por todas las víctimas y por la curación en todas estas comunidades afectadas. Pero también se necesita acción para terminar con estos actos abominables”, apuntó.
Por su parte, el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, pidió este domingo que Estados Unidos y México activen una alerta por violencia.
“El mundo está muy complicado –aseguró en conferencia de prensa ante medios locales– hay mucha violencia, hay muchas reacciones en contra de los demás; las autoridades en los Estados Unidos, como también nosotros aquí en México, hay que activar la alarma para que no sucedan estas cosas”.
El arzobispo Cabrera se solidarizó con las familias de los siete mexicanos que fallecieron en el tiroteo en el centro comercial de Texas: “Para ellos nuestra oración, y ojalá estas cosas no se repitan, pero el corazón humano está dañado y siempre podrán ocurrir estas tragedias”.